Hemos venido hablando de los efectos que para la sociedad tiene el “pacto de la impunidad” que se ha logrado entre los organismos del Estado y los poderes paralelos, lo cual se refleja, por ejemplo, en el antojadizo retorno de un privado de libertad como Gustavo Alejos hacia el centro de detención donde se siente más cómodo.

Primero que todo, tenemos que recordar que los centros de detención no son lugares para ir a gozar vacaciones y que si los temores que tienen quienes están privados de su libertad son razón para que se atiendan todas sus peticiones, cada uno de quienes se encuentran recluidos en estos tendrían el derecho de pedir cambios y hasta medidas sustitutivas, ya que no hay un solo centro carcelario que otorgue garantías sobre la vida de los reclusos.

El hecho de que los abogados del señor Alejos hayan acudido a un juzgado de Femicidio es legal, ya que una exhibición es, constitucionalmente, materia de cualquier órgano jurisdiccional para que se garantice la integridad de la persona.

Lo que no es normal, es que se trate de la misma judicatura y del mismo juez que en ocasiones anteriores ha sido el facilitador de la misma estructura de defensa y que evidentemente tiene empeñada su calidad como administrador de Justicia.

Cuando las personas comunes y corrientes quieren ponerle imagen a lo que significa el pacto de impunidad, en este tipo de hechos, con este tipo de nombres y con la sonrisa burlista de los beneficiados puede colocarle rostro a quienes han mantenido secuestrado institucionalmente al Estado.

¿Será que no es alguien como Alejos, ex secretario Privado de los Colom Torres, profundamente responsable de la crisis del Sistema Penitenciario? Recordemos que él, Baldetti, Pérez Molina con su Gabinete y los que vendrán con el tema de Transurbano, los cooptadores, etc., han saqueado al Estado según las investigaciones y han garantizado que la miseria y el desorden sea lo que priva institucionalmente.

Debe existir una condena social a este tipo de beneficios con los que se premia a quien ha sido la mano que carga los dados en los contratos y demás negocios del Estado. Cuando decimos que Guatemala es corrupta, recordemos aquella foto de Alejos con los Colom Torres o la de Baldetti, Pérez y Sinibaldi; la de Arzú, Berger y todos los que nos han gobernado y que son absolutamente responsables del descalabro en que vivimos.

No podemos tolerar los manoseos a la justicia que hace Alejos y que nos reflejan con total claridad, cómo es que se manipula el sistema en Guatemala.

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