Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

En los estadios de futbol hay una frase que la porra de un equipo le dedica a la otra cuando están pasmados por no decir otra cosa; la misma arranca con ¿Por qué tan calladotes? y cierra con otras palabras, pero hoy sí creo que vale la pena cuestionar nuestra actitud social ante lo que está pasando en Guatemala.

Hay en marcha un pacto de impunidad operado desde el más alto nivel con el que se busca minar los esfuerzos en contra de la corrupción y la impunidad. Están haciendo el mejor esfuerzo por detener los procesos judiciales y sacar de la cárcel a algunos actores.

El Presupuesto del año entrante es una garantía de que la fiesta de la corrupción seguirá porque no ha cambiado nada, en especial el Listado Geográfico de Obras y asignaciones a los alcaldes más otras sin control y el papel y la estructura de la Contraloría General de Cuentas (CGC) que sigue siendo una tapadera de la corrupción.

Baldetti ya puso a funcionar su periódico para decir que la lucha contra la corrupción se debe detener porque afecta a la economía y se sumó a quienes, desde otros medios, reclaman lo mismo porque afecta a sus intereses o los de sus jefes.

Los radicales aumentan la retórica de la ideología y tildan a cualquiera que piense que los más necesitados deben tener oportunidades como subversivos y es entendible, porque no tienen argumentos para poder defender esta porquería de sistema que tenemos, es más, su actitud solo se justifica porque necesitan el sistema intacto para seguir el hueveo y la cooptación.

Las romerías y el lobby se elevan para decir, cínicamente, que a pesar de las evidencias los cooptadores “pueden y quieren luchar contra la corrupción y la impunidad”; algo así como decir que amarrando a un perro con salchichas no va a morder a nadie.

En el gobierno no hay nadie que está hablando de limpiar o cambiar el sistema y están entretenidos con funcionarios que se preocupan por trivialidades o por cacarear una historia familiar que ni huele ni hiede y que deja migajas de Q7 mil por el uso del patrimonio nacional.

Los políticos se aseguraron que las próximas elecciones se celebren en las mismas condiciones que las del 2015 y miren las “joyitas” que tenemos y el Estado sigue siendo una agencia de negocios y empleos, eficiente para hacer millonarios, pero totalmente ineficiente para cumplir sus verdaderas funciones.

Seguimos teniendo a nuestra gente como el mejor producto de exportación y muy cómodos porque como encima mandan más de $6 mil millones en remesas, no sentimos necesidad de atacar las cusas estructurales de marginación que obligan a migrar al 60% de nuestra gente que es pobre, oprimida y olvidada.

Y entonces, ante ese dramático panorama, ¿por qué estamos tan calladotes? ¿No dimensionamos el tamaño de nuestros retos? ¿Serán tan limitados nuestras sueños para estar conformados con lo que tenemos? ¿Se sentirá que se necesita la impunidad para poderse siempre salir con lo que se guste?

El tamaño de nuestros problemas ha superado el tamaño de nuestros sueños y debemos cerrar la brecha porque en las condiciones actuales nuestros anhelos nunca se materializarán gracias a un puñado de mafiosos y radicales que nos ganarán la partida a una sociedad que debería cerrar filas y hacer una barra para el cambio, pero que hoy, como dice el chiste, “no se oye Padre”.

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