Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

En el Día Mundial contra la Corrupción, que se celebra hoy, es importante que los ciudadanos nos definamos y tomemos partido en la lucha que se está librando, caracterizada por el esfuerzo que en su contra libran entidades como el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, con escasos apoyos efectivos de la ciudadanía, y el que, por su parte, libran los poderes ocultos que con todos sus aliados están propagando la idea de que hay que detener esa lucha que consideran «insensata porque está comprometiendo toda la actividad económica ya que muchos actores se muestran temerosos de invertir». El resumen de esa propuesta cínica lo puede encontrar en el editorial de Siglo 21, el diario de la Baldetti, en días pasados, en el que sin tapujos se llama a hacer un alto en las acciones contra la corrupción, repitiendo argumentos como el de la presunción de inocencia entendida en sentido de que no hay que acusar a nadie.

Todo ello en el marco del Pacto de Impunidad que ejecutó desde la Presidencia (en Santo Tomás) el presidente Morales, pero que tiene sus orígenes en el Mariscal Zavala, desde donde se mueven los hilos para designar al ahijado de Canela González como Presidente del Congreso y para avalar las maniobras de Blanca Stalling para hacerse con el control de la Corte Suprema de Justicia, pieza clave para el futuro de los procesos que se iniciaron hace ya varios meses. La estrategia parece clara, puesto que se tiene el propósito de entretener la marcha de la justicia a la espera de dos acontecimientos en los que se está trabajando. El primero es minar a la CICIG, trabajando en la ONU para sustituir al Comisionado para que venga otro farsante tipo Dall´Anese, y cabildeando en Washington con la esperanza de que Trump se apiade de sus colegas empresarios y elimine el apoyo económico a la lucha contra la corrupción. El segundo es esperar a que termine el período de Thelma Aldana, en año y medio, para que los procesos puedan diligenciarse sin la presión del MP.

El pacto de impunidad fue oportunamente denunciado y la ciudadanía lo escuchó como quien oye llover, acaso porque los tentáculos de la corrupción son tan grandes y extensos que son muchos los que temen que de verdad se pueda llegar a un momento en que termine la impunidad y quien haga trinquetes se vaya al bote. Porque cuesta creer que aquel entusiasmo de abril del año pasado, cuando miles fueron a la plaza para protestar contra Baldetti y Pérez, haya desaparecido mágicamente y que de nuevo la resignación o la indiferencia se conviertan en el sello característico de la sociedad.

Creo que es fundamental tomar partido en este momento crucial para el país, cuando estamos a punto de no solo regresar al modelo que privilegia la corrupción sino de ponerle fin a la lucha contra la impunidad. Me resisto a ser de los que se conforman con heredar a sus hijos y nietos un sistema podrido que es la condena a la pobreza y desgracia, demandándole a usted, muy estimado lector, que tome partido, que sea frío o caliente, pero no más de esos tibios que tanto desagradan al Creador.

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