Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Ayer en una nota que publicamos aquí en La Hora, el nuevo presidente del Congreso Oscar Chinchilla expresó que lamentaba el hecho de que el Congreso haya “bloqueado” el avance de la discusión de las reformas constitucionales y aseguró que durante su presidencia será una “prioridad”, refería la nota.

“El presidente electo del Congreso indicó que “este es un compromiso de nación y un esfuerzo que se ha hecho en un tema importante” y que espera que sea tomado en serio por el pleno del Congreso.

Chinchilla expresó su deseo de que “se pudiera conocer este mismo año” por lo serio de los cambios a la Constitución, pues “no hay razones para detenernos en conocer la propuesta en su totalidad”, concluía la nota.

Primero nos debemos preguntar si ese compromiso será tan cierto como cuando dijo que él no se había reunido con el presidente Jimmy Morales previamente a ser electo como presidente del Congreso, ya que luego se supo que llegó a negociar a Casa Presidencial antes de la reunión en la finca Santo Tomás y que se hizo acompañar de su jefe, Roberto González (Canela).

Segundo, si tiene como prioridad las reformas significaría que se habría acabado el pacto de impunidad porque él fue puesto ahí para ser un fiel ejecutor de los elementos del pacto que FCN-Nación fraguó con otros partidos y el día lunes 28 que se discutieron las reformas constitucionales, FCN siguió al pie de la letra el plan. Morales dijo que apoyaban las reformas, pero convenientemente se fue a Israel y tipo Blanca Stalling logró salir del radar mientras sus muchachos hacían el trabajo de oponerse a las reformas.

Tercero, el pacto de impunidad entró en juego y operó para blindar a los diputados y demás funcionarios con el antejuicio, así como asegurar las prerrogativas de los legisladores; el derecho indígena está en un punto muerto y los diputados ya saben el camino para aniquilar o modificar a su antojo los demás elementos de la reforma, especialmente el tema del Consejo Nacional de Justicia, al que se oponen desde el mismo OJ y la elección de jueces y magistrados cuyo principal opositor es el rector de la San Carlos.

Y no digo mejorarlas, porque el ejemplo del derecho indígena es claro. Amílcar Pop gestionó una enmienda en la que el derecho ancestral estaba bien estructurado pero ni así se obtuvieron los votos y en enero verán qué hacen para mandar a dormir el tema.

En otras palabras, las “bonitas y comprometidas” palabras del electo del Congreso parecen ser una mentira más en esta cloaca porque él fue puesto ahí por un propósito de muchos diputados, partidos, miembros de los otros tres poderes del Estado y de los poderes ocultos, para que cualquier situación que parezca como avance se detenga, se controle y si es necesario se extermine.

Salvo que Chinchilla le zafara la barita a sus operadores pero honestamente no lo veo pasando y si pasa, en este caso no me importaría tenerme que tragar luego mis palabras porque significaría que los cambios en el país son posibles. Pero cuando alguien tiene amos y esos amos no son los ciudadanos que desean una Guatemala diferente y mejor, cualquier cambio se convierte en utopía. Veremos si como ronca duerme el sustituto de Taracena.

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