En una nota de Prensa Libre en que no se publica el nombre de la persona fallecida, se hace referencia a la muerte de una paciente dentro del elevador del Hospital General San Juan de Dios tras haber quedado atrapada junto a dos enfermeras.

Por supuesto que la falta de mantenimiento de los elevadores, como las fallas en cocina, hasta la desinfección de la lavandería y no digamos la falta de personal, medicamentos e insumos, terminan colaborando con la caravana de la muerte que hay en los distintos hospitales nacionales.

Si en este caso se ha hecho noticia por ocurrir adentro de un elevador, ¿cuántos más ni se saben al ser en los corredores o en una simple cama del hospital en donde no se tiene con qué atender a los pacientes?

Es dramático que año con año, ministro tras ministro y gobierno tras gobierno siguen con el mantenimiento de una red terrible de adquisición de medicamentos e insumos que, junto al Pacto Colectivo, terminan haciendo de Salud Pública una entidad de hacer negocios y no de servicio a los ciudadanos.

Nos preocupa profundamente que pareciera que el desorden y la inoperancia rebalsa las capacidades de cualquiera que quiera llegar a ejercer cambios dentro de dicho ministerio y que, como en el caso de la doctora Hernández Mack, posiblemente el día a día se vuelve demasiado complicado como para enfrentar y arrancar de raíz los grandes problemas de dicha institución.

Salud Pública ya no puede seguir siendo sometida al control de quienes ven en la venta de medicamentos e insumos a la gallinita de los huevos de oro. Menos, dedicarse a administrar relaciones con sindicatos que solamente utilizan los pactos colectivos para ordeñar al Estado sin siquiera prestar un servicio a la ciudadanía.

La Hora siempre ha sido contraria a utilizar, de cualquier manera, una institución como Salud o Educación para beneficio personal. Quisiéramos saber quién, en condiciones como la actual, se hace responsable de cada persona que fallece en el elevador, los corredores, salas de operación o en el encamado hospitalario sin que haya con qué, quién ni cómo atender las enfermedades de una población que sigue siendo tratada sin respeto a su humanidad.

Creemos que, en lugar de justificarse, como han hecho funcionarios del Ministerio ante las acciones que por la crisis toma la supervisora de Hospitales de la PDH, Zulma Calderón, se deberían sumar a la denuncia de un sistema que está tomado por quienes en nombre del dinero condenan a los pacientes. Urge que las autoridades enfrenten el problema de fondo.

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