Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

El 25 del presente mes, oficialmente el presidente de Cuba, Raúl Castro, informó del fallecimiento del líder de la Revolución Cubana, el comandante Fidel Castro, quien durante más de 50 años encabezó un movimiento socialista de izquierda, que gobierna Cuba y que inspiró e influyó en numerosos países de América Latina y del mundo.

Su deceso produjo condolencias oficiales de su Santidad el Papa Francisco, del presidente de Estados Unidos, Barack Obama y de los presidentes de los diferentes países de América Latina como Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia y Centroamérica, incluyendo Guatemala. Dios será quien espiritualmente juzgue a Fidel, humanamente será la historia.

Me correspondió conocer al presidente Fidel Castro en el año 2000, en reunión realizada en la Habana, Cuba, con los países no alineados. Al saludarle, Castro estaba plenamente informado de mis antecedentes, fue interesante ver que durante la conferencia, Fidel y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, intercambiaron permanentemente opiniones y criterios sobre la temática de la conferencia.

Esa primera oportunidad se repitió varias veces en diferentes tomas de posesión o cambios de mando en Perú, Brasil, Ecuador y Paraguay, donde paulatinamente fui observando la personalidad del presidente Castro, quien lejos de ser radical, trataba de explicar y justificar la forma de proceder de su gobierno en aspectos tan importantes como la salud, la agricultura, las políticas energéticas y sus puntos de vista sociales y políticos.

Su conocimiento y su capacidad de expresión eran fuera de lo normal. Si bien el Gobierno de Guatemala durante los cuatro años que fui vicepresidente votó en Naciones Unidas sancionando a Cuba y su gobierno en el tema de derechos humanos, también votamos en contra de la existencia del embargo comercial que el gobierno de Estados Unidos ha impuesto a Cuba durante más de cuarenta años, por considerar que es a través del ejemplo y de las relaciones en todo sentido que se logra hacer comprender y cambiar a los gobiernos sobre cuáles son sus errores y sus debilidades y que un boicot, a quienes más lesiona son a los ciudadanos de un país, por cuanto de otra forma, quienes gobiernan, al igual que quienes dirigen económicamente un país, siempre gozan de mejores oportunidades que la generalidad de la población.

El último encuentro que tuve con el presidente Fidel Castro fue debido a la invitación que a finales del año 2003 me hiciera personalmente para estar en Cuba como invitado oficial durante diez días para observar y analizar los programas de salud, donde Cuba, sin duda alguna, ha logrado mayor desarrollo que el resto de América Latina. Prueba de ello es que numerosos jóvenes latinoamericanos estudian medicina en La Habana y que numerosos médicos cubanos ejercen su labor de salud en varios países de América Latina, en lugares remotos y difíciles como es el caso de Guatemala.

También observé y analicé los programas de agricultura, especialmente los denominados organopónicos y sus esfuerzos por satisfacer sus necesidades energéticas.

Mi viaje concluyó con una larga cena donde el presidente Fidel Castro y yo, más media docena de funcionarios bilaterales, conversamos por largas horas. Guardo de esta cena varias fotos y por supuesto importantes recuerdos de ese especial hombre que ha dejado de existir.

¡Guatemala es primero!

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