Juan Antonio Mazariegos G.

Queda impune aquel que no recibe castigo, quien habiendo transgredido una norma que contiene una pena permanece ajeno al castigo que la misma norma impone, esa impunidad la puede procurar el mismo infractor, mediante una acción positiva de su parte, al evitar el accionar de la justicia y lograr que la justicia no se le aplique, sin embargo, el actuar del transgresor no es la única fuente de impunidad.

La impunidad también se obtiene por omisión, cuando la víctima no denuncia, cuando el Ministerio Público no persigue la acusación con objetividad, cuando los querellantes no desempeñan a cabalidad su trabajo, cuando los jueces no fallan en contra del infractor si se ha probado su culpabilidad.

Existe un factor común en los actos relatados, el infractor, la víctima, el fiscal, el querellante y el juez, todos son seres humanos. Tendemos a creer que todo sistema ajeno es mejor, tendemos a creer que si legislamos casuísticamente erradicaremos el delito y la impunidad, simplemente tendemos a creer que el problema está en la ley y en el sistema cuando simplemente la ley es incapaz de violarse a sí misma.

El Estado de Derecho no se logra en función de tener una estructura legal perfecta, no hay estructura legal que pueda tener ese calificativo o subsistir si no la observamos, la cumplimos o se hace cumplir. La conciencia humana y su interpretación o identificación del bien y el mal no es suficiente cerco para mantenernos en un Estado de Derecho y por eso existen normas y sanciones que nos deben de obligar a coexistir dentro un Estado organizado y funcional, pero la responsabilidad de esa observancia a las normas que nos rigen no está en las mismas normas, está en nosotros los ciudadanos y hasta que no entendamos que lo mejor para todos es convivir en armonía y respeto por los demás, observando el cumplimiento de todas las normas o que exista quien haga valer las sanciones correspondientes a la trasgresión de las mismas, no llegaremos a ningún lado.

Hoy las páginas de los diarios están llenas de llamados a combatir la impunidad, me sumo con gusto al llamado, considero que es realmente un anhelo de la mayoría y que es inaceptable para una sociedad que la impunidad triunfe, sin embargo, no puedo dejar de pensar en que hasta que no se cambie el chip de la participación, hasta que no entendamos que la moral y los principios deben de ser ejes rectores de nuestra vida o hasta que no exista voluntad de todos los miembros de un sistema en hacer lo que a cada uno corresponda para que el sistema se imponga, de poco vale estar cambiando el sistema pues no somos víctimas de la ley sino de nosotros mismos.

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