Jorge Mario Andrino Grotewold
* @jmag2010
Las acciones estratégicas del Estado tienden a invisibilizarse ante las urgencias y problemas que la función pública presenta. Y no es para menos cuando se tienen conflictos sociales, ausencia de salud, irrespeto a los derechos humanos, inseguridad a todo nivel. Pero entre todo ese grave panorama, es indispensable que alguien o una entidad esté diseñando las estrategias para dar marcha a las políticas públicas.
Una de las vías más importantes del país, salida y entrada de la ciudad capital, la constituye la carretera al océano Atlántico, donde se encuentran ubicados dos puertos marítimos, y que por ende tiene una gran participación en cuanto al comercio exterior de Guatemala. Durante años, el Estado ha realizado inversiones millonarias para construir y reparar carreteras en esa ruta, solicitando créditos y recibiendo donaciones. Inclusive, por la importancia que significaba en ese entonces, se firmaron convenios internacionales sobre Belice, con el propósito de otorgar derechos temporales, a cambio de construir una carretera desde la capital.
Sin embargo, toda esta inversión, importancia y necesidad sobre la ruta y la carretera, pareciera haber pasado desapercibido el ingreso o salida a la ciudad capital que se representa por el puente Belice, ubicado en la zona 18. Desde las dudas sobre los procesos de mantenimiento periódico que debe tener tan importante paso, así como la poca o nula supervisión que se ha tenido sobre las cargas de peso que día a día transitan el puente, hasta determinar la durabilidad de su tiempo de vida, para efectos de programar la construcción de uno nuevo.
Todo el debate actual sobre la reparación del puente, su estructura, pesos y cargas formales de tránsito liviano y pesado, debiera ser acompañado de una visión de futuro para contar con una nueva estructura, moderna y pensada en función de los próximos 25 años. Ese tipo de inversión es extraordinaria, y para estos casos el endeudamiento público pareciera la solución, ante la situación financiera del Estado que no permite inclusive a veces, financiar sus gastos recurrentes.
Sin importar el mecanismo de financiamiento, el Estado como tal, entendido como su sociedad, el gobierno local (Municipalidad) y los Organismos de Estado Ejecutivo y Legislativo, debieran trazar un proceso de recambio estructural de esta vía, permeando procesos técnicos y de calidad, conjuntamente con mecanismos transparentes de contratación.
Pensar en la gravedad de no contar más con la vía del puente Belice, es indispensable para determinar que aunque se solucionen por ahora las urgencias actuales, el puente debiera ser sustituido en un período corto de tiempo. Eso es pensar como estadistas. Eso es pensar en el futuro. Y eso es lo que esperan los guatemaltecos de los servidores públicos.