Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
Guatemala se la juega a cara o cruz, así de sencillo. El 2015 es parte del pasado y en ese año lo que se logró fue arrancar un carro que había estado abandonado por años y del cual hasta se llegó a pensar que no tenía compostura. Logramos encender el vehículo, pero no lo hemos logrado mover y tras los recientes eventos no solo estamos en riesgo de que no avance sino de que se vuelva apagar y tal vez sea para siempre.
Todo lo que en su momento se pensó como avance está en riesgo de quedar en nada porque las fuerzas del poder formal (tres poderes) y las del poder paralelo sellaron un pacto con sangre en el que juraron que ¡ya basta! de pasar alguna pena con la justicia.
El Ejecutivo siguió siendo parte del reducto y desde ahí se maniobró para controlar la CSJ y ratificar la impunidad controlada desde las Salas de Apelaciones; si tiene dudas vea el caso de Arnoldo Medrano. Luego se dieron cuenta que sin pisto el mariachi no canta, entonces se vieron en la necesidad de poder pactar en el Congreso un paquete que incluye, principalmente, la elección de la Junta Directiva (ya consumada), mandar por un tubo las reformas al sector justicia, sacar de la cárcel a algunos de los sindicados por corrupción, el negocio de TCQ, dejar tan inútil a la Controlaría como hoy con un presupuesto por medio del cual se pactarán los pistos por Listado Geográfico de Obras y las asignaciones que se hacen y se pueden ejecutar sin control por esa cooptación de la Contraloría, tratando de no ser tan burdos.
Pienso que es el momento definitivo en la historia porque las mafias formales y ocultas están empoderadas. Jimmy Morales y Jafeth Cabrera, por sus penas con la justicia, se vieron en la necesidad de pactar y la intención es no solo detener algún avance, sino minar los motores del Ministerio Público y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). El gobierno ha ordenado a funcionarios para hacer lobby en el extranjero en contra del ente internacional y de Iván Velásquez.
Y usted debe saber que mucha gente le dirá que así es la cosa, que no queda de otra, que los cambios son lentos, que Guate ya cambió, que no hay que alarmarse tanto, que Morales es un pobre diablo, pero un tipo ignorante con buenas intenciones y que hay gente que quiere hacer las cosas diferentes (aunque no lo demuestren), pero debe entender que esa es gente cínica que se acomodó al sistema y que lo necesita para seguir viviendo.
También debe saber, Guatemala no tiene, ni tendrá nunca futuro alguno mientras el sistema y la impunidad siga concentrando las oportunidades en los de la foto. Si al pacto de impunidad le sumamos el riesgo de que, por ejemplo, nuestros migrantes (luchadores que se “matan” por un futuro que aquí se les niega) no puedan sino mandar menos millones en remesas, nuestra economía se deprimirá, lo que podría complicar aún más el panorama.
De tal manera que si usted estaba guardando sus fuerzas, su aliento, cuidando su día a día para no “meterse en babosadas”, piénselo dos veces porque si ahora no hace escuchar su voz, se materializará el pacto de impunidad, mañana será muy tarde y recuperar nuestra Guatemala será una tarea imposible, puesto que seguirá reinando esa teoría de que la ley es para los pendejos y el sistema de la impunidad para los aventajados a los que nos les importa nada más que hacer pisto.