Edith González 

“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve.”
Martin Luther King

Corregir un fallo de administración que años atrás permitió las ventas callejeras en la ciudad generó el violento ataque de vándalos que sembraron terror y pánico y nos deja una ciudad agraviada y herida que seguramente tendrá una recuperación lenta, pero que volverá a levantarse. Una ciudad que arropa a miles de personas que la habitan en el diario vivir.

En mi ciudad, nuestra ciudad se encuentran espacios públicos como el de la Sexta Avenida, convertido nuevamente en icono para los capitalinos y sorpresa para quienes llegan desde la Guatemala profunda y extranjeros que se acercan a la Guatemala capital.

Un espacio abierto, público y humano, en donde Max Leiva y Pepe Toledo, nos regalaron su inspiración, en donde el viejo cine Lux se convirtió en un escenario para las artes, un lugar para que el visitante pudiera caminar tranquilamente recreándose con una figura de ciudad diferente a la del día a día.

Tratar de corregir un viejo error administrativo en una sociedad acostumbrada a hacer lo que le da la gana, que piensa que sus necesidades y requisitos están por encima del bien público, generó el vandalismo. Al analizar los hechos, es evidente que permitir las ventas callejeras en aquel lugar, no fue lo mejor, como tampoco lo es permitir los asentamientos humanos en sitios de alto riesgo. Pero lo peor fue la pasividad de la Policía Nacional Civil, que pese a que los acontecimientos fueron a solo 25 metros del Ministerio de Gobernación, actuaron dos horas después de iniciados los disturbios. Lamentable y reprochable el desactuar del Ministerio de Gobernación y peor el actuar de la Policía Nacional Civil que encabezó la manifestación hacia la Muni que desató la destrucción del patrimonio público.

Es pertinente determinar cómo muchos vendedores ambulantes pasaron a ser vándalos-terroristas y en algunos casos ladrones y destructores. Hablar de infiltrados, es lo de siempre y si fue así por qué lo permitieron y no los delataron a tiempo  para sanear su protesta antes de que destruyeran el bien público y saquearan el bien privado.

Hay que estudiar lo sucedido para que la historia no vuelva a repetirse y encontrar soluciones antes de que se den las crisis. Todos tenemos derecho a ganarnos la vida de la manera que podamos, pero el respeto debe privar para que el hilo conductor nos lleve por la buena ruta y no por la tragedia. Se hace necesario comentar que la Policía Municipal quedó atrapada sin contar con el equipo necesario, como gases lacrimógenos, por ejemplo, para repeler a la turba en los momentos más críticos.

Que la Sexta regresa, regresa, pero para el futuro se deben analizar los entornos de cada situación y prevenir lo que pueda suceder. Estamos a las puertas de las fiestas del fin de año y no quisiéramos que se empañen por situaciones como lo ocurrido.

La Sexta, como el Ave Fénix, se levantará de las cenizas. Los guatemaltecos somos corajudos y estaremos cuando se reinaugure.

Artículo anteriorDe pericos y borregos
Artículo siguienteBarrendero de esmeraldas