Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Elegir entre un «outsider» sin experiencia política y que no representa ningún valor que uno le quisiera heredar a un hijo y una ex primera dama que fue, es y será parte de un sistema que han utilizado para hacerse millonarios a costa del dolor y sacrificio de mucha gente, es una pesadilla que ahora oímos en Estados Unidos, pero que nosotros ya vivimos a finales del año 2015, época que supuestamente era la «antesala al cambio».

En Estados Unidos, la gente blanca, menos educada y ubicada en el área rural salió a votar para reivindicar espacio cuando se les dijo que los latinos y los afroamericanos iban a incidir de nuevo en la elección del presidente y con la ayuda que el director del FBI dio a la campaña de Trump, éste se coronó, inclusive, con menos votos de los que tuvieron John McCain y Mitt Romney. Hillary Clinton tuvo casi 7 y 10 millones de votos menos que Obama en el 2008 y 2012. Según El País, ella perdió la elección, no la ganó él.

Yo ayer decía parafraseando a Arjona que el norte sí era el sur porque mientras los estadounidenses tenían a Donald Trump nosotros tenemos a Jimmy Morales. Trump genera terror para muchos quienes incluso ayer ya se hicieron sentir y, despierta en otros la esperanza de que Estados Unidos es de los blancos siendo una luz al final del túnel para aquellos que quieren regresar a los tiempos en los que las minorías eran segregadas.

Viendo las imágenes de ayer uno piensa que vendrán días más difíciles para aquel país, pero mal que bien, allá tienen una institucionalidad que ahora estará más que nunca a prueba y aunque Trump tiene mayoría en el Congreso y nombrará sus jueces en la Corte Suprema, se espera que ésta no se preste a las posibles locuras del presidente electo que podrían derivar en crisis, más racismo, guerras y especialmente una nueva crisis económica.

Con todo y lo anterior, el norte está mejor que el sur porque aquí tenemos a un Presidente que descaradamente nos dijo que no era corrupto ni ladrón, pero tampoco nos contó su habilidad para hacer negocios con su familia y algunos miembros del Partido Patriota a quienes apoyó junto con Adela Torrebiarte en la segunda vuelta de 2011.

Ellos están mejor porque mal que bien la división de poderes está marcada y no como aquí, que cuando no le convenía Morales dijo que respetaba la independencia de poderes al preguntársele por los cambios al sistema, pero cuando le convino para procurar impunidad, se alió con Blanca Stalling para cooptar la Corte Suprema, y cuando se dio cuenta que podía tratar de blindar a su familia y, además, hacer negocios, metió sus manos para cooptar el Congreso y llevar a un su amigo de la infancia que ha aprendido todas las mañas de la mafia política de Guatemala porque ha tenido amistades y maestros de colección.

Allá el rechazo a Clinton fue un rechazo a una buena parte del sistema aunque para ello también eligieron a alguien que le ha sacado raja al sistema aunque pintándose como ajeno al mismo (aunque no lo es). Lo mismo pasó en Guatemala y el resultado ha sido desastroso porque Morales, llamado a ser el líder del cambio, ahora es el líder de la defensa del sistema y Guatemala no tiene chance de cambiar por la soñada vía institucional porque el pacto está armado, la suerte echada y la ruta trazada: apuntalar al sistema y minar a sus amenazas.

Los estadounidenses se tendrán que replantear su futuro tanto como nosotros nos tenemos que plantear la idea, que cada vez suena más, de que la depuración del Estado es inevitable y el único camino que nos puede ofrecer un futuro mejor.

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