El triunfo electoral del republicano Donald J. Trump en los Estados Unidos de América ha generado un gran impacto a nivel mundial y nos viene a demostrar, de nuevo, que el hartazgo de los pueblos se refleja en decisiones que no se apegan a la lógica política.

Le guste a quien le guste, hay un enfoque que podría ser muy cierto cuando afirma que no ganan los antisistema, sino que pierden los tradicionales. Y es que se notó en este proceso que por ser un ajeno al sistema político de Estados Unidos, al ahora presidente electo se le toleró prácticamente todo mientras que a la ex Primera Dama Hillary Clinton se le condenó por ser tan arraigada a las prácticas de la política tradicional.

Independientemente de las diferencias entre los candidatos, será de trascendencia cómo se enfrente el explosivo hombre de negocios, y ahora próximo presidente de la nación más poderosa del mundo ante el descalabro de los mercados internacionales, la incertidumbre de los políticos más importantes a nivel mundial y el temor de las minorías que a nivel interno están con mucha ansiedad sobre las reacciones de quien ni siquiera fue capaz de llevarse bien con su mismo partido.

Hay quienes dicen que Trump será muy alejado a lo que proyectó en la campaña y que lo que hizo durante el proceso electoral fue un “rol que le tocó jugar” para despertar a ese electorado hastiado.

Lo que sí nos queda claro es que para los guatemaltecos terminará siendo muy importante lo que suceda en el país del norte. Igual si Trump decide tomar el camino de la confrontación como planteó en la campaña, como si permite que la recuperación económica y la estabilidad social afecten a tantos otros países.

Desenmascarados

No podemos dejar de mencionar la indignación que nos provoca ver que los poderes ocultos que tradicionalmente han secuestrado institucionalmente al país, se han quitado las máscaras para demostrar que tienen el control de los tres poderes del Estado.

Las acciones y decisiones tomadas en los últimos días vienen a confirmar que hay un acuerdo que se está operando y con el que quieren, desde el desgastado Congreso, aprovechar que se diluya la responsabilidad entre los 158 miembros de la banda para darle una patada en el trasero a todo aquello que como la CICIG con Iván Velásquez y el Ministerio Público con Thelma Aldana afecten la estabilidad de las mafias.

El juego está cantado y es evidente que vienen momentos difíciles. Ojalá, la sociedad esté a la altura de hacerle frente al reto.

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