Juan José Narciso Chúa

Poco a poco posiblemente se ha sellado un auténtico “Pacto de Impunidad”, era poco previsible en un momento cuando todo apuntaba a seguir con la ruta del cambio, la reforma al cambio, a las mejoras para el país. Un grupo de diputados, coligados por intereses comunes –que ciertamente no son los de la ciudadanía y una buena parte de la sociedad–, entablaron un camino para el retroceso.

Parece que los objetivos son disímiles para cada grupo, pero sí había acuerdos sustantivos que buscaban resolver problemas de cada grupo. En el primer grupo se encuentran los propios diputados, seguramente preocupados por la ola reformista, si se quiere todavía “light”, pero resultaba como que se preparaban las bases de sustentación de cambios trascendentes para el país y un cambio de actitud de la clase política, que ha secuestrado la política por mucho tiempo y que ha visto perder sus beneficios, así como ha visto caer detenidos a varios de sus pares.

La pérdida de beneficios ha significado que las iniciativas de ley no han permitido que las élites, el segundo grupo, acudan con facilidad a detener o facilitar leyes que les permitan continuar con su poder de veto en el país, para lo cual siempre han tenido a los diputados como los interlocutores válidos de primera mano, para lo cual a cambio estos reciben sus comisiones y así se resuelve el entuerto.

Otros beneficios pasan porque han visto mermadas sus posibilidades de contratar personal para el propio Congreso, así como se hace difícil obtener trabajo para sus bases partidarias y familiares en el propio Ejecutivo, que se encuentra seriamente presionado en sus decisiones, así como se filtran en los medios –que es el resultado de un gran trabajo del periodismo de investigación de los medios de comunicación independientes y valientes–, con lo cual también han perdido ingresos mensuales permanentes de los allegados contratados.

El hecho de ver caer a sus colegas exdiputados o actuales diputados, ante la justicia, también ha preocupado a los actuales diputados, pues saben que los próximos pueden ser ellos, por ello, hoy cierran filas para quitar del medio al actual Presidente del Congreso, quien seguramente ha sido de los pocos funcionarios que ha hecho eco de las demandas ciudadanas de abril/agosto 2015, a pesar de sus formas poco ortodoxas y de sus declaraciones a veces imprudentes y aunque para muchos su trabajo fue insustancial, creo que, por lo menos, intentó traducir ciertas demandas ciudadanas.

La junta directiva del Congreso que se ha elegido para el otro año, representa un serio peligro para la gobernabilidad principalmente si a partir de sus decisiones se tejen tenebrosas decisiones vinculadas a las Reformas al Sector Justicia –como el caso específico de quitar el Pluralismo Jurídico, tal como el CACIF pretende–; si se pretenden emitir amnistías para evitar condenas a exfuncionarios, un tercer grupo; militares que fueron parte de la guerra sucia y violadores de los derechos humanos, un cuarto grupo; si se busca neutralizar a la CICIG y a la actual Fiscal General.

Igual dentro de esta dinámica se podría observar un acercamiento con las élites buscando “conducir leyes”, al destierro, al olvido o bien para su propio beneficio, tal es el caso de la Ley de Competencia o bien aprobar un presupuesto para el 2017 en lo cual se favorezcan tenebrosos intereses. Igualmente pueden ocurrir presiones políticas contra funcionarios del actual régimen que se destacan por su auténtico trabajo en beneficio del país y no se alinean a los intereses fácticos o de los políticos gachos.

Sin duda el actual gobernante, un quinto grupo, está actuando de espaldas a la ciudadanía que lo votó, así como se convierte en un eslabón más de presidentes que terminan en la nada, sin visión estratégica, sin proyecto de gobierno y sin ningún sentido de “hacer algo”, sino pasar el agua y resolver ahora bajo una entente Ejecutivo/Legislativo/Judicial, también sus propios problemas legales.

Hoy queda para la ciudadanía volvernos a dar cuenta que estamos ante un nuevo engaño y que posiblemente sea peor que los Pérez y Baldetti. No se engañe ciudadano, no se deje embaucar estimado lector, nosotros somos el soberano, somos quienes otorgamos un mandato, pero también quienes podemos limitarlo y hasta quitarlo, de ser necesario. El espíritu de la plaza, el alma de la ciudadanía está pendiente, latente y tiene energía para seguir luchando por una sociedad distinta.

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