No son nuestras palabras sino las que dijo el todavía presidente del Congreso, Mario Taracena cuando se estaban discutiendo las reformas que debía emprender el Congreso. Mientras la gente pedía cambios de fondo, el folklórico presidente del Legislativo estaba pensando en cómo blindarse él y sus compañeros para que la CICIG “no chingara” como lo hizo en el pasado y eso se evidencia en el reportaje publicado hoy.

Este reportaje lleva tiempo de estar listo para ser publicado, pero en La Hora tomamos una decisión editorial porque no queríamos que se pensara que se publicaba para perjudicar a Taracena y beneficiar a algún grupo o candidato en particular, puesto que para este medio gane quien gane en el Congreso no cambia nada porque el ganador no le entrará a los temas de fondo, al igual que no les entró el pupilo de Sandra Torres.

Debemos partir diciendo que Taracena no hizo nada para cambiar las cosas de fondo puesto que todo lo que hizo fue para fortalecer el sistema y asegurar los beneficios y por eso es que nunca habló del Listado Geográfico de Obras ni de los cambios que necesita la Contraloría General de Cuentas, por ejemplo.

Y también debemos decir que ahora el Ejecutivo, con Jimmy Morales a la cabeza, mete sus manos en la elección del Congreso porque era el único reducto que le hacía falta al oficialismo para cooptar al Estado. Con la elección de Patricia Valdés y su alianza con Blanca Stalling los Morales hicieron su mejor esfuerzo por controlar el Organismo Judicial en un momento en el que sus familiares, el hijo del vicepresidente y sus cercanos colaboradores están en la mira de los entes investigadores.

Y el pasar penas con la justicia les dejó una moraleja y esta no es nada más que deben hacer hasta lo imposible por controlar un Congreso para que desde allí puedan dar pasos firmes a deshacer el muro de contención creado para batallar contra la impunidad y la corrupción, además que, se aseguran de controlar los negocios del Listado Geográfico y la comisión de finanzas desde donde se fraguan cosas millonarias.

Esto nos tiene que abrir los ojos para que nos demos cuenta que el cambio en Guatemala ha significado medidas a medias que permitan “taparle el ojo al macho” o que los cambios se reducen a medidas cosméticas para que la “CICIG no chingue”.

Esta no puede ser la cara del cambio y de los ciudadanos depende seguir en esta ruta o meter un golpe de timón que empiece por ejercer una verdadera ciudadanía.

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