Ayer el vicepresidente Jafeth Cabrera anunció que desde su oficina será impulsada una iniciativa de ley de transparencia como respuesta a una de las promesas de campaña que hicieron junto a Jimmy Morales.
Ser transparente, según el diccionario es cuando algo se deja ver a través de sí. Es decir, que no oculta su esencia y de igual manera se puede observar todo, bueno y malo, que lo integra.
Bajo ese concepto, el Vicepresidente puede querer ser transparente porque no ha tenido ningún problema en demostrar que le cambió la vida a partir de ser electo en el proceso en que se quiso condenar la corrupción y se le dio un cheque en blanco a un par de desconocidos que terminaron siendo más de lo mismo.
Dejar ver con transparencia los actos corruptos, la desfachatez, los privilegios y los sucios vínculos de Morales y de Cabrera, no va a ayudar al país a salir adelante. Lo que verdaderamente hace falta en Guatemala es honestidad, honradez e intolerancia hacia la corrupción y eso, lastimosamente, ninguno de los dos parece siquiera entender.
Roxana Baldetti “manejaba” el tema de la transparencia desde el día que asumió el poder y terminó en la calle porque, según parece, sus ambiciones materiales la habrían llevado a disponer de todos los recursos del Estado como que fueran propios.
¿Alguien recuerda cuándo muy valiente y retador Cabrera le reclamaba a los periodistas por el interés sobre cómo consiguió la casa donde vive? Pues precisamente esta es la importancia de aquel tema en el que la población terminó de darse cuenta que no se puede confiar en alguien que en un país con las condiciones de pobreza de sus individuos y las terribles carencias en sus instituciones, tiene que cambiarse de casa a un lugar donde por sus medios nunca hubiera podido vivir para sentirse de mejor nivel.
Que Cabrera quiera impulsar el tema de la lucha contra la corrupción, nos sienta como que un violador impulse una ley contra la violencia sexual. Simplemente, el Vicepresidente fue eficiente en demostrarnos que no le importa lo que piense la gente ante sus formas de hacer las cosas.
Todo sobre esa casa suena muy mal. Desde el precio irreal que paga el “transparente” Vicepresidente, pasando por cómo la tenía declarada su anterior dueño para pagar menos impuestos y la declaración con la que se menciona que con dinero de la droga se habría financiado parte de la campaña electoral.
En resumen, lo que es transparente es la desfachatez con la que tanto Jimmy Morales, Sammy Morales, José Manuel Morales, Melgar Padilla, Jafeth Cabrera y su hijo nos dejan ver que su interés está muy lejos de la lucha contra la corrupción.







