Ayer, durante una cena que tradicionalmente es para que los candidatos bromeen sobre ambos, Hilary Clinton y Donald Trump se presentaron ante los electores y plantearon dentro de discursos llenos de bromas e indirectas, sus señalamientos más sinceros.

No nos queda más que preguntarnos si de verdad saben lo que significa para un inmigrante los planteamientos políticos que hacen durante una campaña y en que, muchas veces, parece que la vida de los individuos no vale un solo centavo.

Es muy fácil juzgar los planteamientos de los candidatos a la distancia. Pero ¿ha sido alguno un migrante como para poder juzgar con derecho y con conocimiento de hecho lo que significa ser un migrante?

La verdad es que no podemos esperar que los políticos de Estados Unidos de América, la nación recipiente de nuestros ciudadanos, lo entienda si ni siquiera nuestros mismos políticos y dirigentes lo entienden.

Los migrantes, nos guste o no, son hasta la fecha los que mantienen la economía y quienes permiten un salario mínimo tan mínimo debido a las remesas que son un amplio porcentaje del consumo mensual de la familia.

Pero seguimos dándole beneficios a las maquilas, a los cafetaleros (sin que se corroboren las condiciones para el beneficio), a los de APM y a tantos que no nos dejan nada profundo ni verdadero. Sinceramente, la tranquilidad y el alivio deberían ser para los migrantes y para sus familias que lo han dado todo por acoplarse a vivir en una sociedad que no es la propia con tal de vivir una oportunidad de vivir o de vivir mejor.

Cuando el tema de los migrantes es usado solo como una política barata de campaña sin que se sepa qué es lo que implica, le debe doler a los migrantes que han dejado tanto sudor en ese trabajo digno que hacen, como lágrimas en ese extrañar la tierra.

Muchos nunca han podido regresar a su país y siguen pensando en el olor de la tierra después de la lluvia, en el atardecer con los volcanes en el fondo o con la sonrisa de la madre a pesar de las angustias.

Por eso es que son héroes. Porque los migrantes aún con el dolor y la adversidad, pueden ser los que mantienen una economía que les quiere tratar de menos mientras nuestros políticos ni los consideran a la hora de tomar decisiones.

Entonces, si nuestro Estado y nuestro sistema tan ocupado en lo corrupto y en lo cooptado no tienen ni el talento, menos el tiempo y nula la prioridad de pensar en nuestros migrantes, ¿cómo pretendemos que en Estados Unidos los políticos nos comprendan? Eso sí, Clinton tiene una visión humana de los migrantes y Trump nos desprecia. ¿Será que saben lo que es vivir fuera de su patria? Seguro que no.

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