Isabel Pinillos – Puente Norte
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Existe un mercado en la Novena Avenida, pero en vez de vender tomates y cebollas, se venden votos a cambio de cuotas e instituciones. «Hoy por ti, mañana por mí» dice el refrán, y entre susurros y cuchicheos a puertas cerradas, los hábiles comerciantes del poder se aferran a las prácticas de antaño, por las cuales un día el hartazgo cuidadano salió a las calles a protestar.

Los avances hacia la transparentación de fondos y la eliminación de plazas fantasma por un Taracena convenientemente apegado al clamor popular de 2015, dispuesto a enfrentar a sus colegas, parecen haber llegado demasiado lejos para un congreso que no soportó las medidas anticorrupción.

Obviamente, la actual votación de la Junta Directiva del Congreso repercutirá directamente en que la institucionalidad camine hacia delante, se estanque o retroceda, en su papel de legislador y fiscalizador del Estado. Pero además, los negocios que allí se acuerdan se extienden no sólo al recinto, sino a todo el Estado, visibles en esta ocasión sobre tres entes de enorme importancia nacional. Según se ha reportado en medios, uno de los precios para elegir a la planilla propuesta por la bancada oficial se pagará mediante la repartición de las respectivas representaciones que tiene ese organismo ante la Junta Monetaria y el Renap, así como la designación del Secretario General del Consejo Nacional para Atención del Migrante (Conamigua).

Y es que en este centro de negocios así funciona la cosa. No vaya usted a creer que en los partidos discuten entre sí las distintas visiones políticas, ni mucho menos deliberen sobre quién es el profesional más competente para ocupar un cargo. Al contrario, los nombramientos obedecen a intereses mezquinos para el enriquecimiento personal de los funcionarios a través de plazas fantasma y demás prácticas conocidas de corrupción. ¿Cómo es posible que hayamos permitido que instituciones como Renap, cuya tarea imprescindible es la de proveer identidad a los guatemaltecos se haya convertido en un lucrativo centro de negocios? ¿Cómo es posible ponerle fin al tráfico de influencias, plazas fantasma y otras prácticas corruptas, cuando las mismas cabezas son las generadoras del mismo mal?

El colmo de estas transacciones, lo evidencia el controversial Conamigua, en donde primero, hubo una intención por parte del diputado Paul Briere de quedar nombrado como secretario, luego presentó una iniciativa para disolver por completo la entidad cuando habría estimado que no tendría los votos suficientes, y ahora «mágicamente» aparece, según Soy502, nuevamente como el favorito para presidirlo, incluido en la negociación del paquete de la Junta Directiva.

A la ya nutrida discusión sobre la presidencia del Congreso que cada vez más se parece al Mercado Central, no debemos olvidar que lo que está en plaza no sólo se limita a las paredes de la novena avenida. Los daños colaterales se extienden hoy, como mínimo, a la seguridad monetaria, la identidad de las personas y la protección a los migrantes. Quizás estos mercaderes no conocen otra forma de hacer política, en donde el bien común está devaluado, y los votos se intercambian por una plaza, un negocito o un huesito. A ver, ¿quién da más?

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