Eduardo Blandón

Inferno, así se llama la más reciente obra del escritor norteamericano, Dan Brown y llevada al cine por Ron Howard, protagonizada por Tom Hanks y Felicity Jones. Pero no es de la película que quiero escribir, sino de lo acontecido en Guatemala que no hace sino recordarnos esas imágenes en las que Dante pareciera habernos retratado.

Los optimistas extremos dirán que columnistas como yo, no hacemos sino ver el vaso medio vacío. Aves de mal agüero, apocalípticos bichos con mentalidad retorcida, incapaces de ver las oportunidades que germinan por generación espontánea en esta tierra bendecida por Dios y abonada por los ángeles. Pero usted y yo sabemos que nuestra visión infernal está bien cimentada y permite poco espacio para la duda.

Permitámonos los lentes de Dante. Localizados en los primeros círculos del averno, vemos a los políticos zambullidos hasta los bigotes del peor de los excrementos generados por cerdos grasos y malolientes. En su lugar habitual, el Congreso y oficinas públicas, apestan, expeliendo un olor insoportable aún para ellos mismos. Se reconoce su naturaleza carroñera que muestran sin pudor.

Más allá, se encuentran los empresarios, los dueños de bancos, los prestamistas y los especuladores. Ellos son comidos por gusanos salidos de los orificios humanos. Pagan desde ya su voracidad sin escrúpulo. Su hedor se extiende hasta el cielo donde no ingresarán jamás por el excremento abundante de sus acciones. Dante observa y se entera que son pocos los del gremio que se salvarán de la maldición eterna.

La visión apocalíptica alcanza a dueños de medios de comunicación social, periodistas, columnistas y mendaces a granel que ocupan un lugar de castigos inenarrables. Pagan con dolor cada palabra escrita con la que defendieron a sus patrocinadores. Sus dedos son arrancados y aparecen decapitados, como si la pena fuera atroz e imperdonable. Todo es perversidad en este mundo, pero las cosas apenas empiezan.

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