Juan José Narciso Chúa

El tiempo pasa velozmente. Ahora ya estamos prácticamente a la mitad del primer mes del último trimestre del año, un mes que presagia el inicio del fin de año y con ello las fiestas de la Navidad, un tiempo agradable, lleno de colorido y que recrea un espíritu que solo se puede vivir en estos días, pues recrea alegría, nostalgia, reconciliación, cierre de año, en fin, muchas cosas en corto tiempo.

El propio mes de octubre tiene sus particularidades, que pasan por cuestiones personales, tradiciones religiosas y deporte. En mi caso, el mes inicia con el cumpleaños de mi hermana Silvia del Rosario, quien es la más pequeña de mis hermanos, somos tres: Luis Rodolfo, Silvia y yo. Por ser la pequeña y la única mujer, siempre representó un trato diferente, aquella persona que suplía a mi mamá cuando no estaba, así como la hermana preocupada por los varones, a quienes nos prodigó, en su momento, cuidado, atención y comida, así como fue siempre solícita con la visita de amigos y amigas a casa. Mi hermana hoy vive lejos de acá, construyendo una nueva vida, allende este pequeño y complejo país. Dios te bendiga hermanita.

La celebración de la Virgen del Rosario, que dura todo el mes, es otro suceso especial en este mes de octubre, pues aunque no soy religioso, me gustan ciertas tradiciones como esta, la cual disfruto y en ocasiones en el mes voy varias veces a la Basílica de Santo Domingo, a disfrutar del color y el gusto con que adornan la iglesia, me gusta observar a los devotos y devotas, llegar constantemente a la iglesia, juntos en familia, padres e hijos, hijas y mamás, abuelos y abuelas con nietos, me gusta verlos disfrutar y ser parte de una celebración católica, que me llena de satisfacción, así como hago mi pequeño y particular espacio para la espiritualidad, a solas y en silencio, un rato muy mío. Igual recuerdo siempre al entrañable Fray Ignacio de la Fuente, un recuerdo también para él.

Me encanta ver las ventas de dulces típicos y comprar varias muestras de cada uno de los conocidos como las canillas de leche, el coco en conserva –me gusta muchísimo–, el ajonjolí, los colochos, el camote, el chilacayote –que le gustaba enormemente a mi papá–, los caramelos, en fin, una buena dotación de los famosos dulces típicos, no puede faltar para degustarlos poco a poco.

Octubre también es el mes del béisbol. Aunque durante la campaña, sigo cómo van los equipos en general y trato de ver qué equipos van punteando, a finales de septiembre, me instalo en los juegos de las series divisionales, luego los playoffs y finalmente la Serie Mundial. Acá tengo que recordar con cariño, a pesar que nunca lo conocí personalmente, al gran Abdón Rodríguez Zea, a quien le debo, sin duda, mi gusto, no realmente pasión por este interesantísimo y entretenido deporte. Cómo no recordar a Abdón, si él me metió y enseñó el béisbol, para vivirlo con pasión.

Recuerdo que la primera Serie Mundial y justamente fue cuando inicié mi gusto por el deporte de la pelota chica fue en 1973, cuando jugaron los Atléticos de Oakland contra los Mets de Nueva York y en los Atléticos jugaba el gran Reggie Jackson y ganaron los Atléticos, ahí empezó mi gusto por el béisbol disfrutándolo con mi papá, Romeo Carías –mi otro hermano no consanguíneo– y mi hermano. Inolvidables frases de Abdón, como “Ave María purísima”, “un palo largo, la bola se va, se va y se fue, te fuiste Marcelina” y sus poemas “quien pudiera con una soga lazar al tiempo que se ha llevado lo mejor de mi cantar” o “yo quisiera ser el crucifijo en donde rezas el Rosario”. Un recuerdo para Abdón y un homenaje a su memoria, hoy se le extraña en este mes de octubre.

En las series de 1975 y 1976 apareció el equipo de mis amores: los Rojos de Cincinnati, la inolvidable Máquina Roja, con Pete Rose, Johnie Bench, Greg Foster, David Concepción, Joe Morgan, un equipazo. Recuerdo que, estudiando en Estados Unidos, los Rojos de Cincinnati llegaron, al fin, a otra Serie Mundial en 1990, uno de los juegos que al final fue el último, yo tenía un examen difícil al otro día, pero no me podía perder ver jugar a mi equipo y vi todo el juego, lo que implicó quedarme estudiando prácticamente toda la noche, pero satisfecho de que los Rojos hayan ganado la Serie Mundial ese año, de eso se pasaron apenas 26 años.

Tampoco puedo olvidar una serie divisional entre los Medias Rojas de Boston y los Yankees de Nueva York, cuando estos iban ganando la serie 3 a 0 y la terminaron perdiendo 4 a 3, inolvidable, mis hijos como buenos Yankees, no podían creer que ello hubiera ocurrido, ni tampoco yo, para ser sincero.

Y en este nuevo octubre, vaya si no se disfruta de nuevo este grandioso deporte, sino que lo digan los juegazos del wild card de Orioles y Azulejos, que terminó con un jonrón en el undécimo inning, anteayer el juegazo entre los Cachorros de Chicago y los Gigantes de San Francisco y el de anoche entre estos mismos equipos, cuando San Francisco ganaba en el inicio de la novena entrada 5 a 2 y terminaron perdiendo 6 a 5. Le comentaba a Mónica anoche que justamente como decía Abdón: “hasta el último out se habla”.
No cabe duda, octubre es vibrante y lleno de momentos agradables para disfrutarlo completamente. Salud por octubre y sus gratos momentos.

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