Marco Tulio Trejo Paiz

El licenciado David Vela escribió hace años ya, un artículo sobre dónde fue inventada la marimba.

Citó, el entonces Director del diario El Imparcial, una serie de datos sobre el controvertido tema. Unos decían que el invento fue en África, otros que en México, pero en defecto del origen, en Guatemala se fue perfeccionando, al punto que se le considera que simboliza el instrumento musical de Guatemala.

Habría que investigar y estudiar a fondo para llegar a conclusiones realmente válidas.

Existe aquí una entidad denominada Asociación Guatemalteca de Autores y Compositores (AGAYC), pero no se sabe a ciencia cierta dónde vio la primera luz del día la criatura que canta, ríe y llora, y que cuando ha actuado con significados maestros en países de América, Europa y Asia, admirada y colmada de elogios.

Desafortunadamente, la música que gusta a la muchachada chapina es la monótona que suena más a tamborón como vimos en Japón y otras partes del mundo, en los actos festivos de la sociedad, incluso del oficialismo, esa juventud que dice saber vivir el presente, ve con desaire antipatriótico el instrumento musical que siempre debe o debería enorgullecernos.

Cuando hay danza, los jovenzuelos y aun los adultos mayores que no aprecian los valores tradicionales de esta patria nuestra, optan con toda desfachatez de sentarse mientras suena y resuena con lo inveterado de los tambores del conjunto que ha pasado a despreciar y relegar la marimba; mas, sin duda alguna, el instrumento autóctono no pierde su indiscutible popularidad, sino, por el contrario, sigue conquistando gran popularidad, incluso entre los niños.

Debemos felicitarnos y valorizar más y más nuestra marimba, cuyas cadenciosas melodías nos llegan al alma y al corazón.

Hay conocidas emisoras radiofónicas que tienen programadas diariamente, a diferentes horas, bella música de nuestra marimba.

Ahora bien, hay una radio que, en vez de música de nuestro instrumento que brinda sus deleitantes notas para alegrar los corazones, pone música con desagradable monotonía y, a ratos, estridente.
Juan Pueblo ¡ama la marimba!

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