Los hechos recientes nos confirman que las autoridades no tienen la menor idea de su mandato para reformar el sistema actual que está diseñado para mantener la corrupción y la impunidad.

Por ejemplo, ayer en el Congreso de la República se hicieron hasta berrinches para que se aprobara un estado de Calamidad que no persigue sino repetir el trillado camino de gastar sin control alguno los recursos públicos manteniendo el ritmo de la corrupción.

Los Ministros deberían empezar a revisar quiénes integraban el Gabinete del Partido Patriota y empezar a chequear cuántos están en la cárcel o prófugos por hacerle caso a un binomio que se vio motivado por las mismas mañas que los actuales.

Por supuesto se entiende que para Morales, padre, hermano, socio y compañero de fórmula de oscuros personajes que o están o llegarán a estar bajo la lupa de la persecución penal, “no hay crisis” en el Estado en referencia al sentimiento de vacío e ingobernabilidad que se tiene en todo el país.

Morales dijo que su prioridad sería la salud pública, pero la crisis se ve en que los niños se mueren en los hospitales por la existencia de una bacteria que no han podido eliminar pese al daño probado que causa. Es decir, ni con sus prioridades puede cumplir, menos con las del pueblo.

Nos hubiera gustado que saliera con uno de esos arranques de indignación a pegar el grito al cielo al enterarse que se mueren los niños por descuidos de tal magnitud enfrente de las narices de sus funcionarios. Pero esos los reserva para cuándo se discute de dónde aprendió su hijo las mañas por las que se le investiga.

Y es el mismo momento en que advierten que si reducen el presupuesto castigarán al Ministerio Público que junto a la SAT han generado la mejora en la recaudación por delitos tributarios.

Guatemala está en crisis porque sus estudiantes ni siquiera pueden cumplir el ciclo escolar y el líder de los sindicalistas recibe premios con tal de ser el paredón de contención para cualquier protesta contra un inexistente gobierno.

No se entendió nunca que no eligieron Presidente para dirigir el cambio, sino que han pensado que los eligieron para administrar el día a día hasta que pase el nubarrón causado por los escándalos de corrupción. No hay visión ni sentido del cambio que el país necesita y por eso en el gobierno, en el Congreso y en las Cortes controladas por Stalling, no llegan a entender la dimensión de su responsabilidad y obligación histórica.

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