Ha sido una tradición que los presidentes llegan a ejercer el poder por medio de pactos con sus financistas y demás roscas que desde la campaña se encargan de copar la capacidad de toma de decisión de los electos que terminan, ante la carencia de programas de Gobierno, siendo títeres de los poderes reales.

Y cuando ya están ejerciendo el poder y tienen esa nula capacidad para decidir e implementar políticas de Estado, tienen que terminar “comprando” gobernabilidad con el corrupto método de los pactos colectivos con entidades sindicales que terminaron siendo instrumento para chantajear y saquear las arcas del Estado por medio de la venta de ese respaldo a los gobiernos que implica salir o no a las calles a generar caos.

El sindicalismo en Guatemala pasó por momentos de dolor y sufrimiento. Podemos recordar cómo fue que en las peores épocas del conflicto armado interno y en medio de la lucha ideológica que en la época de la guerra fría Guatemala vivió dentro de la polarización mundial entre comunistas y anticomunistas, fueron los dirigentes académicos y sindicales los que muchas veces terminaron pagando el pato de la violencia. Recordamos cuando el estar en una “lista” de aquellos que impulsaban un verdadero reconocimiento a los derechos laborales, era una condena a muerte.

Hoy, los rostros más importantes del “movimiento sindical” son los de “dirigentes” que aprendieron a usar su poder como palanca para mover a un lado o al otro a los entregados presidentes. Y a pesar de que muchos dicen que los mandatarios son “secuestrados” por esos poderes, nosotros no lo compartimos porque eso implica que a la fuerza se les hace cumplir, cuando los cómplices presidentes son los que operan junto a personajes como Joviel Acevedo el trato de los pactos colectivos a cambio de esa inactividad de los maestros.

Si “¿Ni corrupto, ni ladrón?” Morales no ha entendido esto, es porque simplemente como la mayoría de guatemaltecos lo afirma, no tiene ni idea de qué está haciendo en ese puesto. Pero lo peor del caso es que creemos que sí sabe de la forma en que se hacen los negocios con el sindicalismo y que ha decidido utilizarlo como tabla de salvación mientras el agua le sigue subiendo hasta llegarle al cuello.

Este gobierno que se ha caracterizado por ser de ineficientes y mentirosos, nos da una nueva muestra de que está dispuesto a todo con tal de proteger el sistema en lugar de transformarlo como fue el mandato de la sociedad al elegirlo. Cada vez nos va quedando más clara la respuesta al “¿Ni corrupto, ni ladrón?”.

Artículo anteriorJimmy Morales hace las de Otto Pérez
Artículo siguienteNuevos tiroteos entre Pakistán y la India