Edith González
“Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente”.
William Shakespeare
“Con gran entusiasmo y poco conocimiento de nuestra realidad, el presidente provisional, Alejandro Maldonado dio falsas expectativas a los sobreviviente del Cambray 2, cuando el 12 de octubre de 2015, luego de realizar una visita a la zona de la tragedia anunció que “las familias comerían su tamalito de Navidad en sus nuevas casas, que él mismo denominó “Mi Querida Familia”. Construidas entre Mataquescuintla, Jalapa, y San José Pinula Guatemala. Los terrenos fueron expropiados bajo la Ley de Extinción de Dominio al traficante Marvin Marín Montiel, apodado “El Taquero”, sentenciado a 820 años de cárcel”. (Tomado del libro Cambray Dos. Las otras historias de Ricardo Gatica Trejo)
Hoy se cumple un año de la dolorosa tragedia ocurrida en “El Cambray Dos”, Santa Catarina Pinula, al suroriente de la capital guatemalteca, que dejó 280 muertos, y cerca de 200 desaparecidos. Las causas siguen en investigación, o quizá ya en el olvido, pero bueno es recordar a quienes, en la mayoría de casos, murieron sin siquiera darse cuenta de lo que estaba pasando.
Osados bomberos, autoridades y solidarios vecinos, se enfrentaron durante horas, días y semanas a una historia que se pudo evitar. Y que alguien por diferentes causas no quiso o no supo impedir.
En medio de todo este desolador panorama, surge la figura de un encandilado, Alejandro Maldonado Aguirre, que bajo las luces de la Presidencia de la República fue capaz de ofrecer todo, pero nada cumplió. Ni a los guatemaltecos, ni a quien lo puso allí, pues crea suspicacia su insistencia por la aplicación del salario diferenciado, cuando se conoce que era un negocio más de los señores que hoy guardan prisión acusados de corruptos y ladrones.
Maldonado Aguirre investido de poder, aunque no de gloria, ofreció todo lo que no le pertenecía, pero no dio nada. Se convirtió en un estafador más de los guatemaltecos víctimas de la tragedia. Y siguiendo a Maquiavelo podremos pensar que las casas no se finalizaron porque no logró hacer un negocio rentable
Los sobrevivientes enterraron a los muertos, sanaron sus heridas físicas, seguro no las sentimentales, pues esas nunca sanan, como tampoco las de los sueños y esperanzas robadas.
Les ofrecieron su “casita” y seis pagos de salario mínimo. ¡Oh! Estafa más grande aquella que se formula a las esperanzas y a los sueños de las víctimas, que perdieron a sus seres queridos, sea cual sea el perfil de la tragedia porque tras el dolor humano, ahora viven la angustia y el engaño, pues ni el tamalito navideño, ni la casita ni los pagos.
Ya hay nuevas tragedias del tipo “Cambray Dos”, en Guatemala. Y llegará la Navidad de nuevo, y ni el tamalito, ni la casita, ni el dinero. Pero claro, Maldonado Aguirre cuenta con su indemnización de la Corte de Constitucionalidad, la de la Presidencia de la República y los miles de quetzales mensuales del salario como diputado del PARLACEN. Así qué importa si no es conmigo…