Marco Tulio Trejo Paiz

Me refiero a los países que contratan famosos futbolistas extranjeros para hacer buen papel en los juegos olímpicos en vez de participar con sus compatriotas.

Esos países corren el riesgo de echar en saco roto muchos millones de dólares en caso de fracasar sus equipos en los mencionados eventos.
Pienso que les conviene emplear millonadas de sus monedas convertidas en dólares, entrenar en sus respectivos patios a los futbolistas extranjeros que, al menos parcialmente, pueden ser responsables de perder los medallones de oro, de plata o de bronce.

Los buenos boxeadores, por ejemplo, no son contratados como los futbolistas que las pueden, por lo que dan merecida representación a los países de donde son originarios. Orgullosamente, eso es significativo patriotismo, no censurable mercantilismo deportivo.

Las negociaciones de foráneos futbolistas deben ir siendo eliminadas a medida de que los países desarrollados, medio desarrollados o pobres que desafortunadamente vayan fogueando a sus compatriotas para que se gloríen en las canchas deportivas.

Son relativas y mueven a críticas las representaciones de las naciones que tiran como por espuertas el dinero que podría dedicarse a resolver problemas de educación, de salud, de pobreza, de desorden y de violencia criminal como ocurre en Centroamérica, en México, en varios estados sudamericanos, en París, Francia; en Alemania, entre otros del mundo que está que llora sangre.

Este perturbado patio ístmico, a pesar de que los encumbrados funcionarios públicos corruptos de la SAT, del IGSS y del gobierno todo lo han dejado más empobrecido, viendo plúmbea u oscura la inmensa bóveda celeste, también invierte toda una sarta de millones de quetzales o dólares estadounidenses en las aparatosas contiendas de la pelota grande…

Dejemos de soslayo por un momento lo expresado con apego a la verdad verdadera –valga el pleonasmo-, para decir que en manera alguna consideramos no interesantes los eventos nacionales e internacionales. ¡No! Son magníficos, gratamente espectaculares, sobre todo para la juventud, porque son disuasivos para lograr su buen comportamiento en lo social y en honor a esta malhadada patria

¡Juan Pueblo dice: OK!!!

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