Roberto Arias

Personalmente he creído que Jimmy Morales es una persona de buena fe que llegó a ocupar la Presidencia y que precisamente por eso mostraría un rostro de agradecimiento y humildad para con los más de dos millones de ciudadanos con creencia similar que votamos por él, porque la humildad verdadera impide que la persona manifieste vanidad y orgullo en mucho de los aspectos de su vida (1 Juan 2.15-17). El cristiano revestido de humildad contribuye a que trate a otros con consideración y comprensión.
Pero leyendo en el Diario La Hora del 21 09 ’16, el artículo de opinión del columnista Oscar Clemente Marroquín, aprendí algo sobre nuestro presidente Morales. Escribió Oscar Clemente: “La primera vez que vino a una visita de cortesía que no fue nada cortés porque se portó arrogante, al punto que luego de un par de intercambios, yo ya no quise hablar porque me di cuenta que es el tipo de gente que cree que se las sabe todas sin saber ni jota y francamente no me simpatizó su actitud.”
A Morales no lo conozco más que por los medios de comunicación, pero sí creo que quienes votamos por él, lo hicimos precisamente porque creímos que no tiene experiencia alguna en la política ladrona y corrupta que ha envuelto a nuestra patria desde los inicios de la Conquista. Creímos que aunque no tuviera el conocimiento iba a rodearse únicamente de personas decentes altamente profesionales que tendrían el discernimiento de cómo iniciar procesos para preparar cambios verdaderos y serios para Guatemala en el ámbito estructural del país.
Sin embargo sí había algo sombrío escondido bajo la manga de Jimmy Morales durante su puja por la presidencia. Hace un año escribí lo siguiente en esta columna: “La pregunta que bulle en la mente de los guatemaltecos es ¿Quién será la o el próximo presidente de Guatemala? Muchos parecen olvidar que el futuro de la nación está en la picota, porque en cada elección se juegan muchos intereses para bien o para mal de Guatemala. Esperemos que ahora se activarán los émbolos para impulsar los mínimos programas sociales efectivos y no clientelares de los tantos que carece la población guatemalteca.
Se dice que Jimmy Morales tiene pacto con los militares y las probabilidades de que así sea son enormes. Seguramente no sabremos cuál clase de pactos pudo hacer Jimmy con esta especie, la cual es evidentemente uno de los poderes paralelos en Guatemala, particularmente porque tienen el poder de las armas y por ende, también un enorme poder político y están… ¡en todo!”
Los últimos acontecimientos demuestran que tiene como consejeros a militares retirados que pertenecen o han pertenecido a estructuras que riñen con la Ley, con los intereses sociales y velan por sus propias y nefastas ventajas.
Lo que preocupa a los guatemaltecos es la conservación de la institucionalidad con la corrupción y la impunidad eliminadas, lo cual aún se ve lejos, Pero si rompemos la institucionalidad, un caos mayúsculo se cernirá sobre nuestra patria. Esperemos la recapacitación y cambio estructural en la mente y espíritu de Jimmy Morales.

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