Jorge Santos

La pareja presidencial Jimmy Morales y Jafeth Cabrera ha demostrado durante estos ocho meses de ejercicio en el poder sus dotes autoritarios, prácticamente todo el actuar durante la campaña electoral, y luego una vez ganadas las elecciones dieron señales de su pretendido ejercicio del poder. A través de acciones muy alejadas de los mecanismos democráticos y de actuaciones de consenso y diálogo nacional.

Sin lugar a dudas una de las mejores demostraciones de su tan anhelada y pretendida forma de ejercer el poder de manera autoritaria, está en el hecho de que ni siquiera se dieron a la tarea de realizar un plan de Gobierno para proponer, de tal cuenta que la mentira y la improvisación se convirtieron en la fachada del menosprecio a la población ansiosa de cambio verdadero. Pero por si eso fuese poco, durante todo el tiempo que duró la campaña electoral, a través de diversos medios y en entrevistas radiales, televisivas y en prensa escrita, el aprendiz de dictador, y en aquel momento candidato de FCN-Nación, negó descaradamente que el partido que lo postulaba no respondía a intereses militares, y menos aún oligárquicos. Peor aun cuando, una vez ganadas las elecciones, la opacidad y la ausencia de transparencia guardó las negociaciones que se dieron para la elección de un Gabinete que fuera leal y fiel a los verdaderos intereses del proyecto político.

Luego al tomar posesión, FCN-Nación se constituye en una máquina que engulle toda aquella podredumbre dejada a la deriva por el Partido Patriota y Lider, que junto al tropel de militares provenientes de la Asociación de Veteranos Militares -Avemilgua- se constituirán en el andamiaje perfecto de la construcción de una dictadura que desde la democracia formal, permita la defensa de los históricos intereses de una rancia oligarquía que se niega a sangre y fuego a sus privilegios.

Luego vendrá la habladuría tradicional de alguien que está acostumbrado a las tablas, y no al ejercicio de la democracia. Jimmy Morales y Jafeth Cabrera, se dedicarán a hablar de valores patrios, de poemas encendidos, declamaciones absurdas y anuncios descarados de nepotismo y corrupción, spots mal elaborados y peor aún actuados, jamás de políticas públicas, de acciones concretas para las soluciones a los graves problemas que nos aquejan. Pero la guinda en el pastel, es el decreto de un Estado de Prevención que los desnuda como los seres más despreciables, por lo intereses ocultos que se manifestaron en el mismo.

El estado de Prevención decretado no era más que la representación del autoritarismo puro y duro, en donde factores como improvisación, corrupción y represión van de la mano. Suprimir derechos humanos consagrados en nuestra Constitución Política de la República es, sin duda, no sólo la muestra represiva de este gobierno, sino a su vez el principio de su propio fin.

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