Jorge Mario Andrino Grotewold
• @jmag2010

Ante los últimos acontecimientos que ha vivido Guatemala en este año, y especialmente en la semana recién pasada, la única afirmación que puede aceptarse es: cero tolerancia a la corrupción. Por ello, preocupan los hechos que se han conocido sobre alguna parte de la familia del presidente Morales, así como otros hechos que también se le imputan a familiares del vicepresidente Cabrera, aun cuando no hay pruebas ni procesos que demuestren responsabilidad para ello.

Nuevas convocatorias por grupos sociales y múltiples críticas mediáticas han empezado a circular solicitando desde someter a la justicia al Presidente y sus familiares, hasta solicitar la propia renuncia del Mandatario, incluyendo a diputados, ministros y cuanto funcionario público encuentren en el camino. Pareciera que los acontecimientos del 2015 marcaron un hito de poca tolerancia para algunos, que a propósito para ciertos intereses, o bien sin medir las consecuencias de los actos, y quizá inocentemente, por otros, no toleran propuestas, insinuaciones o hechos que se vinculen a los actos corruptos del Estado, sean ciertas o no.

Pero se debe ser cuidadoso al analizar todos los hechos que suceden en Guatemala, y determinarlos con un sentido de integralidad, desde los sujetos que participan en las acciones políticas (grupos sociales, políticos, económicos, internacionales, religiosos, etc.) así como sus intereses; hasta las acciones de política del entorno, para lograr priorizar la atención de cualquier circunstancia, para verificar cortinas de humo o distractores que puedan sacrificar actores, para salvaguardar otros. Los casos de TCQ, las aduanas, la crisis en hospitales o una verdadera lucha contra la corrupción, pueden estar pasando desapercibidas, ante escándalos no menos importantes, pero sí con menos profundidad, como lo son actos de corrupción de familiares de un Presidente, cometidos años atrás.

Sin la menor intención de minimizar los hechos, y con la plena convicción de llevar a la justicia y por ende a las máximas consecuencias a quienes cometan hechos corruptos, se debe analizar los intereses de quienes desean desestabilizar a la Presidencia, incluyendo opositores políticos y aquellas organizaciones del crimen organizado que prefieren países débiles para realizar sus fechorías. Las habilidades de dirección y liderazgo que se le cuestionan al Presidente, regularmente pueden subsanarse con una estructura de Gobierno fortalecida, cuadros técnicos honestos y una población sumada a un objetivo común: mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos. Todo esto, tampoco se ha logrado bajo el mandato del Presidente, pero puede ser una ruta a seguir, si en realidad desea tener un mandato adecuado, o al menos aspirar a terminarlo dentro de 3 años y medio.

Los intereses de sujetos políticos deben valorarse, analizarse y cuestionarse si no contienen los requisitos fundamentales que conlleven al desarrollo de Guatemala. Si solo se sigue la corriente de redes sociales y medios de comunicación, no solo caerá la Presidencia en una nueva crisis política, también la sociedad y el Estado se debilitará, y en este caso, serán corresponsables de los efectos en todo el país. Crítica sin propuesta, es igual a crisis política sin solución favorable para el Estado.

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