Jesús Abalcázar López  
jesus.abalcazar@gmail.com

¡Pueden ser el resultado del ejercicio de un derecho laboral, pero no deben llevar al socavamiento del equilibrio financiero del Estado, puesto que esto los hace inviables e insostenibles! Además, cuando transgreden la dignidad del resto de trabajadores, dejan de ser justos y razonables. No es justo que unos devenguen salarios exorbitantes y otros vivan con salarios por debajo de sus necesidades vitales. No es razonable que existan grandes carencias sociales, por culpa de la corrupción, la impunidad y el despilfarro de fondos en los abusivos salarios que se recetan los sindicalizados del sector público en los pactos colectivos.

Por supuesto que no solo es responsabilidad de la rapiña de los dirigentes insaciables del movimiento sindical, negociadores inescrupulosos. Pero, no solo ellos son los responsables del problema, puesto que también lo son los funcionarios y dignatarios que descaradamente violan la ley, aprobando pactos colectivos de condiciones de trabajo, carentes de sustentabilidad financiera, que sin duda, con el tiempo, llevarían, inexorablemente, a la quiebra del Estado. Basta con darse cuenta de los increíblemente elevados salarios que devenga un conserje y otros trabajadores con atribuciones mínimas en la escala de puestos, por ejemplo en el Congreso de la República, con más de treinta mil quetzales, para comprender que se está cometiendo un crimen en contra de las necesidades básicas de la población, puesto que se desatiende o abandona, el cumplimiento adecuado y necesario de los servicios públicos.

Sin duda, que la causa principal del colapso económico del Estado, que provoca su incapacidad para proporcionar los insumos necesarios a los hospitales, puestos y centros de salud, así como en el seguro social, es la corrupción, el contrabando, la impunidad, el incumplimiento del pago de impuestos, las exoneraciones de impuestos, la intervención de los políticos, la falta de pago de las cuotas del Estado como patrono y de sus trabajadores al IGSS, la pesada carga de los desmedidos aumentos de salarios que imponen los pactos colectivos y la baja recaudación de la SAT, entre otras causas.

Estas causas también impactan en la falta de fondos para atender la seguridad para la población, la persecución penal por parte del Ministerio Público y la impartición de justicia por el Organismo Judicial. Aquí, también se deben incluir, importantes dependencias como el Inacif, la Defensa Pública Penal, el sistema carcelario, la salud y la educación. Por todo lo comentado conviene pedir a las partes mantener un diálogo constructivo para buscar consensos en aras de la estabilidad financiera y económica del Estado, tras la búsqueda de soluciones a largo plazo que beneficien los intereses de todos, pero con el debido equilibrio que permita atender todas las necesidades sin poner en riesgo la estabilidad social y la vigencia democrática de la nación.

Se reconocen los derechos de los trabajadores, en cuanto a disfrutar de salarios justos y condiciones de trabajo dignas, pero esto no debe aprovecharse para actuar de manera impune, al manipular las leyes e imponer sus mezquinos intereses, para favorecerse con acuerdos leoninos para la aprobación de sus pactos colectivos de condiciones de trabajo. Consideramos que debe entenderse que la población y más aún los ciudadanos están obligados a ser solidarios entre sí, por lo que no deben aprovecharse de los demás, mediante obtener ventajas que puedan alterar la navegación del barco donde viajamos todos, provocando su hundimiento y destrucción, donde nadie se salvará.

Llamamos pues, a la reflexión de los trabajadores sindicalizados, y especialmente a los miembros del Consejo Consultivo o sea su Directiva, para que se tome en el interés nacional y así, todos, poder disfrutar de los bienes del Estado sin causar menoscabo a los habitantes con mayores necesidades de subsistencia en salud, educación, seguridad, medicinas y alimentos. Se debe reconocer que no se trata solo de ser aprovechados sino de buscar la buena convivencia, la hermandad, la paz y la justicia. Es importante reconocer que nuestro interés está limitado por el interés de los demás, que nuestra felicidad depende de la felicidad de los demás. La ambición desmedida provoca enfrentamiento y rechazo, porque desnaturaliza lo que consideramos como un derecho, para convertirse en un abuso.

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