Como resultado de la firma de los Acuerdos de Paz Firme y Duradera, se inició el proceso de transformación del cuerpo a cargo de la seguridad de la Presidencia de la República desde un Estado Mayor Presidencial, EMP, hacia una Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad, SAAS.

Desde un principio el proceso fue turbulento. Recordemos que en el gobierno de Alfonso Portillo se inició la SAAS, pero solo para trabajar con el vicepresidente Juan Francisco Reyes López. En el gobierno de Oscar Berger, se llegó a nombrar a un israelí como subsecretario; Colom-Torres, Pérez Baldetti y, ahora, Jimmy Morales, la usaron como su agencia de atención a roscas y de empleo a quienes les había trabajado en temas de seguridad durante sus campañas.

La seguridad presidencial es un tema de mucha importancia. Aunque para algunos se vea como una partida de “guardaespaldas” que andan con los mandatarios; debiera ser tal y como su nombre lo dice, una secretaría de asistencia mucho más allá que solo la custodia del mandatario.

Pero la actual SAAS es peor que lo que fue el Estado Mayor Presidencial. Se ha convertido en el centro operativo de abusos contra los opositores políticos de la Presidencia y también porque ni siquiera hace su trabajo de manera eficiente.

No puede ser que un país como Guatemala, tenga que experimentar permanentemente las caravanas de Jafeth Cabrera y de Jimmy Morales como si se tratara de un líder a nivel mundial con la amenaza de un ataque de ISIS o algo por el estilo. Claro que es fácil tomar control de los inseguros presidentes por medio de inflarles el ego y de hacerlos sentir el blanco de las más espantosas amenazas, pero nada más lejano de la realidad en un país extremadamente pobre.

Muchas quejas hay sobre el EMP y no queda duda que se cometieron brutales abusos en su momento. Sin embargo, parece que no solo no aprendimos la lección de que el cuerpo de protección y administración de los asuntos de la Presidencia no fue creado para intimidar o perseguir gente, sino que encima de todo ni siquiera es efectivo en su trabajo de proteger, no solo físicamente, sino que hasta el prestigio de un mandatario.

Si se quieren romper los sistemas de secuestrar el poder y fortalecer las roscas que se hacen en torno a los presidentes, sería conveniente que la SAAS vuelva a retomar el sentido con el que fue creado y que incluye una mística especial de agentes comprometidos y profesionales, muy alejados de aquellos pistoleros que cada candidato electo ha pedido que le contraten porque han sido sus guardaespaldas de la campaña.

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