Jorge Santos

Guatemala es uno de esos países raros en donde cosas contradictorias pasan a la vez; de tal cuenta que al mismo tiempo se dan importantes casos de avance en el Sistema de Justicia en convivencia con actos puros y duros de que proveen impunidad a ciertos actores políticos, económicos, militares y del crimen organizado.

Uno de esos casos de avance en el Sistema de Justicia son los casos que desde años atrás se dan en materia de juzgar a los responsables de las graves violaciones a derechos humanos ocurridas durante los 36 años de Conflicto Armado Interno. A la fecha casos como los de Plan de Sánchez, Dos Erres, Choatalum, el Jute, Quema de la Embajada de España, Genocidio y Sepur Zarco forman parte del paulatino, pero importante avance en la capacidad de que el Sistema de Justicia pueda sentar en el banquillo de los acusados a personajes y actores que se consideraban con impunidad total. Los dos casos más recientes se dieron a partir de la captura el 6 de enero de 18 exmilitares acusados de delitos de desaparición forzada y de lesa humanidad, tanto por el aparecimiento de más de 550 osamentas en fosas comunes en la que era la Base Militar Número 21 de Cobán, Alta Verapaz y la desaparición forzada del menor de edad Marco Antonio Molina Theissen.

Las familias de las víctimas del terror de Estado impulsado por la oligarquía y el Ejército guatemalteco, nos han dado una irrefutable e incuestionable lección de amor, solidaridad, tenacidad al momento de procurar justicia para sus hijos, hijas, padres, madres o familiares en general. Les hemos visto durante décadas, juntar partes, buscar con valentía a sus desaparecidos y desaparecidas, denunciar, solicitar y caminar con la dignidad propia de quien tiene mucho amor hacia los suyos. Este amor, solidaridad, dignidad en la lucha es lo que estas mujeres y hombres nos han dado y nos han enseñado.

En el otro extremo están quienes hoy están afrontando los actos planificados y ejecutados bajo el imperio de la violencia, el odio y el terror; y junto a ellos están todos aquellos y aquellas quienes comparten que lo realizado por el Estado y el Ejército guatemalteco estuvo bien, que ejecutar extrajudicialmente, desaparecer miles de personas, violar sexualmente a mujeres, masacrar Pueblos enteros estuvo bien. Desde el inicio de estos procesos han crecido supuestas organizaciones y grupos que solo pueden dar lo que tienen, odio rencor, violencia, mentira y descrito.

Grupos como la autodenominada Fundación contra el terrorismo, la alianza guatemalteca nacionalista, hijas de militares, familiares y amigos de militares no son más que la demostración efectiva de que sólo se da lo que se tiene, y en el caso de ellos y ellas no es más que la mentira, el odio, el profundo rencor que sólo se produce en la mezquindad y años de vivir bajo el yugo de la violencia.

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