Javier Monterroso

Analizando la historia política de Guatemala hemos tenido casi siempre figuras fuertes y que concentran el poder político del país en la Presidencia, tan fuertes que cuatro de ellos: Rafael Carrera, Justo Rufino Barrios, Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico fueron verdaderas dictaduras caudillistas, la primera, incluso, se decretó en forma vitalicia, y aunque todas ellas convivieron con Asambleas Legislativas estas últimas estaban totalmente dominadas por la personalidad y el poder de los caciques en la Presidencia.

Ya en la era democrática tenemos personajes como Vinicio Cerezo, quien públicamente asegura que él como Presidente de la República solo tenía el treinta por ciento del poder, pues el resto lo tenían el Ejército, los empresarios y los partidos políticos, aunque también hemos tenido como presidente a un Álvaro Arzú, quien asegura que él tuvo el cien por ciento del poder cuando fue presidente; si analizamos su período de gobierno (1996-2000) puede que tenga razón, pues el PAN tenía una aplanadora en el Congreso que le permitía aprobar cualquier ley que quisiera.

Nuestro actual mandatario Jimmy Morales es sin lugar a dudas el Presidente más débil de la historia, definitivamente esto es producto de las circunstancias particulares por las que llegó al poder: un desgaste de los partidos políticos tradicionales donde la gente prefirió votar por un neófito en la política que usó el lema de “ni corrupto ni ladrón” a votar por cualquier opción política tradicional.

Su propio Gabinete está conformado por personas de diferentes corrientes políticas que no le responden a él, sino a los sectores que los impulsaron o recomendaron, su bancada en el Congreso está formada por disidentes del PP, TODOS y LIDER que mantienen un enfrentamiento con los diputados originales del FCN por el liderazgo en la bancada y no tienen capacidad para impulsar o frenar proyectos de ley propios del Ejecutivo.

Es tan débil la figura presidencial que recientemente retiró la propuesta de reforma tributaria que presentó tan sólo unos días antes, y en los actos públicos el Presidente se ve desgastado y desmoralizado a tan solo ocho meses de haber asumido el poder, incluso, lloró públicamente en un acto religioso después de quejarse amargamente por lo difícil de su tarea.

No es extraño entonces que en ciertos círculos políticos ya se hable de la necesidad de un cambio presidencial, el problema es que el Vicepresidente tampoco es una persona que genere confianza, la acusación de enriquecimiento ilícito a tan solo unos meses de asumir parece ser seria, y más importante aún la institucionalidad no permite un cambio de gobierno salvo circunstancias excepcionales, sin embargo, para el común de las personas Guatemala no tiene presidente, Jimmy Morales debe cambiar el rumbo de su gobierno y tomar las riendas del mismo u otros lo harán por él en el corto plazo.

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