Estuardo Gamalero

«Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes solo necesitan saber a dónde van»
José Ingenieros

Escogí el título, en memoria de aquella escena caricaturesca en la cual un «Pollo» pierde la cabeza, pero mantiene la inercia (algunos dirán capacidad) de seguir caminando en alguna dirección, aunque sin saber cómo, por qué y para qué.

La escena llama la atención, pues según yo, ejemplifica a cualquier: gobernante, civil, hombre, mujer, ladino e indígena, rico y pobre, que anda como zombi por la vida, o bien, promoviendo cobardemente, actos de rebelión, negocios turbios, clima de conflictividad, leyes absurdas y un sinfín de cuestiones que, lejos de construir país y fortalecer a la sociedad, ocasionan lo opuesto.

Con el respeto de aquellos que rigen sus vidas por principios y valores, me atrevo a decir que en Guatemala hay muchos que actúan como «Gallinas sin Cabeza»: gentes que, enfrente de un micrófono, en medio de un bloqueo o un saqueo, detrás de una cuenta bancaria o de algún acento extranjero, cacaraquean cosas, que únicamente visualizan como «parte de la agenda», pero que no entienden más allá de sus narices.

Esas personas, más bien, actúan ya sea por conveniencia u oportunidad de quedar bien con aquel que les da instrucciones o les amenaza en función de la coyuntura.

Ese tipo de actuar y omisión de gestión, es nefasto para los guatemaltecos, pues nos pierde al estilo «hijo de la llorona en el día de la madre»: Ridículo.

Lo anterior aplica a gentes de todos los sectores y estratos, pero siendo el ambiente político, el que marca el ritmo del país, es ahí, donde retumban los truenos de las malas iniciativas de ley, del cinismo, el descaro y de alguna «Gallina Decapitada» que creyéndose experta de los temas, manipula y se inventa noticias, altera la verdad del pasado y genera como distractores de la realidad, boludeces que destruyen las libertades individuales y también el sistema.

Nos encanta utilizar la analogía “Guatemala está enferma”, y es cierto, pero el acto de responsabilidad, empieza por reconocer que la enfermamos los guatemaltecos. Los fatalistas aseguran que es cáncer sin remedio. Otros creen que es gangrena, y solo amputando órganos se salva. Estos últimos, por supuesto, saben y dicen qué y cómo amputar.

En mi opinión lo que tiene este país es gripe y parte del problema, es que, el virus de la gripe, según dice la leyenda urbana, cada vez que nos da, es distinta a la que tuvimos anteriormente. No digamos, cuando el virus es más «tayuyo» porque viene del extranjero.

Pero lo mejor del ejemplo de la gripe es esto: ¿cada vez que usted tiene una, ha realizado cuántos expertos en gripe aparecen? Estos le dan no solamente su diagnóstico, sino que la mejor receta del universo para quitársela.

Puedo estar equivocado, pero lo que veo en Guatemala, es un exceso de diagnósticos, por gente que en su mayoría no cumple con los requisitos de capacidad, idoneidad y honorabilidad. Así como, una saturada agenda de supuestas soluciones, que fácilmente pueden paralizar el desarrollo de esta nación, por responder con exclusividad a intereses e ideología.

El problema más grande de los diagnósticos, es cuando, quienes los hacen tienen prejuicios enraizados o parten de premisas equivocadas. La misma lógica de los diagnósticos se puede aplicar a los remedios, leyes, reformas y políticas, cuando éstas obedecen a los alaridos de “Gallinas sin Cabeza” que se equivocan al decir que representan a la sociedad y su clamor popular.

La intención no es silenciar a nadie, ni vedar el derecho de ser y actuar libremente. Simplemente que antes de actuar, todos antepongamos la razón sobre el enojo y los principios sobre los intereses.

Concluyo diciendo que una ilegalidad siempre lo será, sin importar quien la cometa. Puedo reconocer que abundan “Gallinas Decapitadas” dando órdenes, pero me niego a aceptar que somos una sociedad en tal nivel de decadencia, que llegamos a aceptar que en Guatemala: un bloqueo de carretera, el linchamiento de un ladrón, una invasión a propiedad privada, una detención, un secuestro, el robo de impuestos o de energía eléctrica, las extorsiones, el nepotismo y la idiotez contagiosa, sean causas de la pobreza o del descubrimiento y la conquista de América.

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