Da pena ajena ver al ministro de Finanzas, Julio Héctor Estrada y al presidente de la República, Jimmy Morales, ser tan irresponsables con las políticas públicas como evidenciaron ayer al solicitar de regreso la propuesta del mamarracho fiscal que habían presentado al Congreso de la República.

Se supone que al ser electa la fórmula del perfecto desconocimiento político, Jimmy Morales y Jafeth Cabrera, se tomaron el tiempo con aquellas ínfulas de talentosos para estar armando equipos de expertos que les ayudaran a gobernar, pero ni el liderazgo ni los expertos aparecieron por ningún lado. El ejemplo es un Ministro de Finanzas, hijo de mami, que nunca ha querido tener que ver con la lucha contra la corrupción.

Y ha tenido suerte pues por el trabajo de la SAT y el Ministerio Público se ha logrado incrementar la recaudación a base de cobrar los miles de millones de quetzales en impuestos que durante años muchas empresas habían logrado jinetearse. En eso no tuvo nada que ver el Ministro Estrada e incluso su círculo familiar se ha opuesto a esas prácticas de cobrar a quienes deben.

Ya hace unas semanas criticamos al presidente Morales y su súper estrella Estrada cuando anunciaban que se liberaba el gasto para las instituciones de gobierno porque, según ellos, la situación financiera del Estado se había mejorado sustancialmente. Esto demuestra que las carencias en los hospitales donde mueren pacientes por falta de recursos; una seguridad pública que con trozos se construye y aquellas familias que se mueren de hambre, no les importan. Mejor gastar en la nueva camioneta para un ministro, que seguir angustiados con políticas de austeridad.

Pero lo de ayer es el colmo. Ya era notorio que la propuesta del gobierno podría haberse llamado “chapuz” o “refrito” fiscal, porque una verdadera reforma tendría que tener muchísimas más políticas de inversión y gasto que vengan a romper la práctica de despilfarrar el dinero y facilitar la corrupción, tema que tanto a Morales como a Estrada no les parece tan grave porque prefieren “ejecutar presupuesto” sin detenerse a evitar trinquetes.

Son arquitectos e ingenieros del desastre aquellos que, como Jimmy Morales y Julio Héctor Estrada, toman tan a la ligera una política de tal importancia para el país. Nos tiene que dar pena muchas cosas que pasan en Guatemala, pero lo peor es tener caraduras a quienes no les importa jugar de esta manera con el futuro de una población que ya no aguanta entre la pobreza y la violencia. Ya que no pueden, aunque sea por pena, debieran largarse.

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