Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com
En una reforma fiscal es correcto oír a todos los sectores, pero quien debe llevar la batuta y dirigir la orquesta es el Ejecutivo y ante todo el Legislativo, por cuanto pensar que un empresario mediano o grande va a aplaudir y aceptar tranquilamente cualquier reajuste y aumento de impuestos es lo mismo que pensar en aquella propaganda que en una época se hizo con las vacunas donde en una cancioncita salían diciendo: “Que felicidad vienen a vacunarnos”. Nadie quiere ganar menos, nadie quiere pagar más.
La democracia, la justicia social implica que las personas y los sectores paguen de conformidad a su capacidad y a su productividad, por ello es que en la mayoría de países avanzados los impuestos son “DIRECTOS” y así las familias multimillonarias que no trabajan en la mayoría de los casos, sus miembros pagan tanto a través del Impuesto Sobre la Renta de sus empresas, como el Impuesto Sobre Utilidades, al que no pueden escapar.
Los impuestos indirectos son como las redes del pescador, atrapan a los ciudadanos contribuyentes de todo tamaño, especialmente a los más pequeños. El IVA se tiene que pagar en la compra de un agua gaseosa, en una caja de leche o de cereal, en una pasta dental; es decir, en todo lo que consume la totalidad de los guatemaltecos.
Subir el IVA es aumentar el costo de vida a no ser que simultáneamente se suban los salarios mínimos y el resto de los salarios al doble de lo que se suba el IVA. En otras palabras, los trabajadores y profesionales solo serían el vehículo de aumento y recaudación, ello sería injusto.
La carga tributaria del país debe de aumentarse, llegar a ser por lo menos el 15% del PIB, lo primero que debe de aumentarse es el Impuesto de Repartición de Dividendos, de obtención de intereses bancarios o particulares, también debe de aumentarse el impuesto de circulación de helicópteros y aviones particulares.
Si un helicóptero cuesta 3.5 millones de dólares que pague por uso o matrícula de circulación aérea un porcentaje igual a su valor dividido por 10 años.
Debe actualizarse el impuesto de circulación para que así todos los vehículos usados que actualmente se importan como chatarra de Estados Unidos y Europa no continúen contaminando el medio ambiente guatemalteco. Es más barato que la población empiece a comprar vehículos nuevos a un precio menor de Q.150 mil y dejen de exportar en divisas por combustibles y repuestos mucho más recursos de lo que cuesta el abono de un vehículo nuevo, así se ha hecho en buena parte de América Latina donde prohibieron la importación de vehículos usados.
También debe ser parte de la reforma fiscal la declaración patrimonial de todos los guatemaltecos, cuyo patrimonio sobrepase el cuarto de millón de quetzales.
Además se evidenciaría quiénes en sus negocios no dan factura, recaudan el IVA pero se quedan con él, venden pero no declaran y evaden el Impuesto Sobre la Renta y el Impuesto en la repartición de utilidades.
Cómo justificaría una familia comprar cada año un nuevo departamento, una nueva casa, una nueva oficina, una nueva clínica; es decir, no declarar el aumento en su patrimonio.
Si los funcionarios electos están en la obligación de declarar su patrimonio al asumir y al entregar el cargo, porqué el sector empresarial no hace lo mismo, esta norma existe en Estados Unidos, en Europa y en países de Sudamérica.
Conozco empresarios que año con año usan los impuestos que no declaran para comprarse casa en la playa, departamentos lujosos y todo tipo de inmuebles, todo tipo de carros, lanchas, helicópteros y aviones.
¡Guatemala es primero!
Continuará.