Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

La rápida y feroz orden que le dieron al diputado Alsider Arias, de la bancada oficial, para que se hiciera a un lado a fin de dejar la curul para que la ocupe el militar Herbert Armando Melgar Padilla, constituye la mejor prueba y reconocimiento de que en el entorno del presidente de la República, Jimmy Morales, tienen mucho que esconder y que la inmunidad y derecho de antejuicio se convirtieron en una necesidad urgente para evitar que el hombre más cercano al mandatario, sin ostentar ningún puesto oficial, pueda ser investigado por lo que sería la utilización de la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia, como un nuevo Cuerpo Ilegal o Aparato Clandestino de Seguridad, es decir un tenebroso CIACS.

Obviamente el Presidente tiene la obligación de dar explicaciones a la ciudadanía sobre ese escandaloso proceder, aunque sea recurriendo a alguna fábula inventada. El caso es que si ya era gravísima la sindicación de que desde que asumieron el poder la SAAS empezó a realizar tareas de seguimiento y espionaje de diverso tipo de personas que por alguna razón desagradaban al régimen, la solución que encontraron es de antología porque es un reconocimiento más expreso que tácito de que en verdad hay algo que huele a podrido en el entorno del gobernante que, según sus electores, llegó para terminar con los vicios de la vieja política y no para que usara el poder dentro de la rancia tradición del abuso y la prepotencia.

Se ha visto la intolerancia del mandatario con la crítica y bien se dice que la actuación de los guardaespaldas es reflejo del comportamiento del personaje al que cuidan. Si se trata de alguien educado y tolerante, el personal de seguridad actuará de esa misma manera porque sabrán que cualquier abuso tendrá consecuencias. Si, en cambio, el individuo que goza de protección es arrogante, intolerante y se irrita por cualquier cosa, sus guaruras serán aún peores que él porque sabrán que sus excesos serán premiados toda vez que para esa gente la ostentación del poder es mucho más importante que el concepto mismo de una seguridad eficiente y, por definición, discreta.

La SAAS sustituyó al Estado Mayor Presidencial como resultado de los acuerdos de paz y de evidencias de que era un cuerpo que no solo brindaba protección al Presidente, sino que además lo controlaba con máxima eficiencia, siendo los encargados de hacer el perfil de los gobernantes para exaltar sus debilidades (y aprovecharlas como hicieron con aquellos a los que les gustaba el trago o las mujeres) a fin de anular sus fortalezas. La eficiencia del EMP fue indiscutible, al punto de que se convirtió en un poder absoluto y, como tal, plagado de enormes vicios.

La remilitarización de la seguridad presidencial en el gobierno de Morales es natural si vemos el origen de su partido político y con quienes llega al poder. Pero ni siquiera en los tiempos de los gobiernos militares se hubiera alguien imaginado un proceder tan burdo como ese de mandar a su casa a un diputado con el único y descarado propósito de blindar con inmunidad al poder tras el trono de ese renacido poder absoluto que rodea al mandatario.

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