Roberto Arias
El martes 09 de agosto hubo un fuerte chubasco con ventisca en la ciudad de Guatemala que sorprendió a medio mundo. El viento fuerte con aguacero penetró en la Capital e hizo estragos en el tráfico de entrada y salida de la zona 6, en donde el viaducto de la 14 avenida y Calle Martí fue obstruido completamente por enormes rótulos y láminas que cayeron de los dos lados del viaducto entre McDonald´s y la farmacia del doctor Simi que están en dos esquinas paralelas. El caos vehicular fue atroz, los automovilistas estaban locos y los policías de Emetra más aún.
No había forma de salir o entrar a la zona 6. Al obstruirse el viaducto de marras, con enorme tráfico atolondrado, la entrada o salida de la zona 6, incluyendo los Proyectos, las colonias San Ángel y decenas de colonias adicionales quedaron obstruidas para sus habitantes. Es sabido que el alcalde Álvaro Arzú, para su conveniencia y la de uno de sus hijos, mandó cerrar, literalmente, con muros y cinta llamada en inglés “Razor Ribbon”, las calles que desfogaban y conectaban el tráfico de la zonas 2 a la 6 y viceversa.
La entrada y salida a la zona 6 de por sí la terminó de complicar el abuso clásico de la alcaldía de la ciudad de Guatemala, como ocurrió con la caída de las láminas al viaducto como a las 2:30 de la tarde y eran las 10 u once de la noche y no podían destrabar el atasco de láminas los elementos de socorro, ni lograban restituir la energía eléctrica en muchas manzanas a la redonda. El atasco era impresionante, así como se demostró de nuevo que la deficiencia municipal ante una emergencia es colosal.
Quienes sufren las duras consecuencias son los capitalinos que desafortunadamente viven en una ciudad en la que las normativas de urbanización, en una enorme urbe del tercer mundo, no han sido tomadas en la mínima consideración; en una ciudad en la que se han hecho pasos a desnivel a trote y moche con el fin de intentar favorecer a los centros comerciales, de los cuales, según se sabe en corrillos, muchos son del hijo o de familiares del alcalde Arzú, con capital ganado del negocio, similar al caso de la Baldetti y de Otto Pérez.
La razón de que haya tal cantidad de vehículos en la Capital de Guatemala es absolutamente responsabilidad de Álvaro Arzú Irigoyen, quien, después de treinta años en y detrás del poder en Guatemala, jamás se preocupó por proporcionar a los residentes citadinos un medio de transporte digno, eficaz y eficiente, porque a este individuo lo que no le favorece… le pela.
Ahora da atol con el dedo con el Transmetro que definitivamente no es una respuesta proporcionalmente adecuada para una ciudad de más de dos millones de habitantes. Por eso, hasta las personas de más humilde condición han tenido que comprar su carrito con la finalidad de poder transportarse a sus respectivas labores. Toda la basura de cuatro ruedas sobrante del norte viene a Guatemala, inundando de humo la ciudad y millones de dólares tirados a la basura en combustible por un sistema de tránsito totalmente ineficaz e ineficiente.
Y todo seguirá peor…