Alfonso Mata
En nuestro medio, existe tremenda y extraña disparidad entre la aplicación de las ciencias políticas y sociales y el lenguaje en que se manifiestan sobre ellas, políticos y funcionarios, lo que no tienen nada ni de conciso ni de real, ya que sus interpretaciones y sus hipótesis, persiguen una realidad ajena al pensamiento y comportamiento de una sociedad que lo que demanda, es compromisos y una praxis más justa y de beneficio e interés común.
De tal forma que las ciencias que dependen y fundamentan sus acciones derivadas de esas concepciones políticas y sociales, como lo son las educativas y las de la salud, se hayan perdidas en un bosque intrincado de intereses e interpretaciones y abrumadas por otro lado y dentro de su interior, bajo una masa de conductas y comportamientos de funcionarios, que se han apoderado de recursos y procesos, para realizar toda una serie de desviaciones y extracciones ajenas a la misión de los centros e instituciones, dedicados a la salud y la educación.
Los políticos y funcionarios entonces, clasifican y explican los hechos sociales, basándose en interpretaciones y observaciones superficiales y egoístas, fortaleciendo cuando bien les conviene, los componentes que tienen algo que ver dentro de las ciencias de la salud, con la enfermedad ya existente y dentro de las ciencias educativas, con la ignorancia.
Lo anterior resulta aún más paradójico, cuando se sabe que los estudiosos de esas ciencias políticas y sociales, han desentrañado la problemática de pueblos y ciudadanos, a la luz de los mandatos de la Constitución y formulado análisis que pueden determinar ocurrencia y debilidades del sistema y han sugerido líneas de acción al respecto.
Resultado de ello es que tanto el Ministerio de Salud como el de Educación, no llegan a tocar los causales primarios de la cadena de obstáculos para una buena salud y educación. Se actúa como si atendiendo la enfermedad, se va a solucionar el problema de salud o si enseñando a leer y escribir, se va a hacer progresar hábitos, valores y conocimientos. La gran limitación de ese modelo, es que sus usuarios conciben y montan toda una maquinaria operativa para atender los resultados finales, con lo que logran perpetuar los problemas. Y lo más triste es, que la perpetuación de los males entonces, emana no de la naturaleza, sino de acontecimientos provocados por humanos que conjugan actos naturales con los suyos, para que se eternice la ignorancia y la enfermedad.
Por consiguiente, si queremos hablar en serio de un futuro en la salud y la educación, debemos dejar atrás una concepción simple e incompleta de las mismas, basadas solo en representaciones biológicas y pedagógicas parciales respectivamente. No existe método o acción curativa basada en el conocimiento biológico, que sea capaz de comprender y atender todo el problema de salud, pues este en esencia es político y social y por consiguiente su solución necesita utilizar distintas ciencias y acciones, que solo es posible unificar en un compromiso de Estado.
Un compromiso de Estado que busque el bienestar de la gente como motor del desarrollo, necesita de la implementación de una interpretación política y social que se dirija a un afán de explorar, combatir y delimitar las causantes sociales y prácticas ambientales, que actúan como actividades negativas. Son las prácticas cotidianas de la vida civilizada, las que impactan en el empobrecimiento del funcionamiento biológico del individuo y la progresiva supresión de su actividad normal, llevándolo a enfermarse y a adoptar temperamentos en que una amplitud de costumbres, moral y pasiones, facilitan el cambio de normalidad a patología del individuo.
Naturalmente los conocimientos cada vez mayores sobre cómo desarrollar programas, han modificado y enriquecido los potenciales de éxito de actuar sobre los causales, pero eso ya en la práctica significa, decisión política y cumplimiento de mandatos constitucionales a fin de prevenir y predecir las nefastas consecuencias de un comportamiento social y modificaciones ambientales, que provocan los efectos perjudiciales. Lo anterior lo que hace y demuestra, es la necesidad también, de poner un énfasis político en una reingeniería social bajo la inspiración de exigencias y requerimientos, así como de esperanzas humanas justas y sustentables, en planos de igualdad y equidad.