Juan Antonio Mazariegos G.

El día de ayer, el Presidente de la República presentó a distintos sectores la iniciativa de Ley Plan de Ordenamiento Fiscal, preparada por el Ministerio de Finanzas Públicas, la cual será trasladada al Congreso de la República como un paquete de reformas fiscales dentro del cual se incrementan las regalías mineras, los impuestos al cemento, la telefonía, los combustibles, se promueven incrementos a las tasas del ISR, cambios a la Ley del IVA para regresar al sistema de presentación de planillas y se modifica el IUSI para que dicho impuesto sea cobrado por la SAT.

Al margen de cualquier discusión o reforma y en medio de todas las aclaraciones posibles, distintas figuras del Gobierno se apresuraron a aclarar que el Impuesto al Valor Agregado (IVA) no sería aumentado a efecto de no perjudicar a los más necesitados y por el contrario se insistió en que el objetivo era incrementar los impuestos de quienes más perciben. Si en principio entendemos que el IVA es un impuesto al consumo, entenderemos también que quien más consume es quien más recursos posee, es decir, quien más compras realice más impuesto agregará por cada compra, convirtiendo al IVA en un impuesto directamente proporcional a los recursos de los contribuyentes, democratizando y distribuyendo equitativamente la carga impositiva, según lo que cada uno quiera y pueda consumir.

Por supuesto, es claro que el IVA es un impuesto impopular y podría generar una oposición general hacia la reforma fiscal que se pretende impulsar, todo lo contrario, en imagen, a incrementar tasas específicas a determinados impuestos como combustibles, telefonía celular o cemento, aunque después todos suframos de la subida de precios que naturalmente se producirán en esos productos y la espiral que seguramente vendrá aparejada a sus incrementos.

Consistentemente se habla de que Guatemala tiene una de las cargas impositivas más bajas del Continente, sin embargo si hacemos un análisis de las tasas de IVA que se pagan en los distintos países del mismo, encontraremos que según un artículo publicado por la BBC, la tasa varía desde un 22% en Uruguay hasta un 7% en Panamá, concentrándose la media por encima del 15% que por ejemplo es la tasa que se cobra de IVA en Honduras y Nicaragua, sin embargo es impopular hablar de subir este impuesto pues el pueblo lo percibirá de inmediato.

La necesidad de un diálogo integral, alrededor de una reforma fiscal, aplica para buscar mecanismos y compromisos para optimizar el gasto, mejorar la recaudación ampliando la base de contribuyentes, discutiendo nuevos impuestos o incremento a los ya existentes, pero sobre todo enviando un mensaje claro y transparente a la población sobre el efecto que la reforma tendrá en el bolsillo de cada uno, sea a través de impuestos directos o indirectos y que como fruto de ese diálogo la reforma llegue fortalecida.

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