Isabel Pinillos – Puente Norte
ipinillos71@gmail.com

La semana pasada, el Ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Raúl Morales tuvo una elocuente participación en el programa de “A las 10 p.m.” de Canal Antigua. Fueron varios los mensajes de apoyo de los televidentes, ya que el funcionario, quien se desenvuelve muy bien ante las cámaras, se mostró como un apasionado defensor de los migrantes.

Dentro de la conversación admitió la debilidad de la red consular y que él como ministro no tiene “ni idea de cuantos guatemaltecos tenemos afuera”, pero calcula que “deben ser 2.5 millones, o incluso 3”, tal como esta iniciativa de manera solitaria ha venido insistiendo desde hace ya años. Ver columna: https://lahora.gt/llegando-3-millones-tierras-del-tio-sam. Aunque estas aseveraciones se basan en un estudio propio, es necesario que el Estado realice sus propios censos para tener un fundamento sustentable.

El otro aspecto que no ha tomado en cuenta el ministerio es el componente multiétnico, que podría ser una herramienta valiosa para encontrar a quienes salen del radar de los 11 consulados localizados en las megaciudades. Para ello recomiendo leer el reportaje que publicó este domingo la revista D de Prensa Libre, sobre el acucioso estudio de Pedro Pablo Solares, consultor de Puente Norte, acerca de las migraciones rurales indígenas guatemaltecas en Estados Unidos, asentadas en lo que Solares denomina “ciudades espejo”. Él las ha descrito como el resultado del fenómeno asociativo por etnia e idioma, que forma la emigración de los pueblos originarios hacia poblados aislados de Estados Unidos, y en donde se recrean de manera simultánea las costumbres del pueblo originario. http://www.prensalibre.com/revista-d/migrantes-guatemaltecos-crean-ciudades-espejo-en-estados-unidos.

Obviamente, este fenómeno de asociación no es nuevo en la movilidad humana. Incluso, se vieron asentar colonias europeas bajo lógicas similares en distintas ciudades del continente americano, pero hasta ahora falta emplearlo para comprender nuestras propias migraciones originarias, que son al fin y al cabo, un reflejo de lo que es nuestro país pluricultural y multilingüe.

Son estas poblaciones que conforman la gran mayoría de subregistro de guatemaltecos cuya ubicación el Canciller reconoce desconocer por completo, que por las razones de lejanía (física y humana) no se acercan a los consulados. Agregaría que otra razón es que dichos consulados fueron diseñados en su momento para atender únicamente a los guatemaltecos citadinos que viven alrededor de las grandes urbes de Estados Unidos y no a comunidades indígenas aisladas. Recordemos que los consulados móviles aunque útiles son un remiendo a una infraestructura insuficiente.

La verdad, lastimó ver cómo la máxima autoridad en el tema migratorio pronunció un discurso persuasivo pro-migrantes, cuando en la práctica minimizan la importancia del tema poblacional en la atención consular, lo cual se refleja en sus modestos resultados. Ahora, el eslogan oficial de la nueva administración es que quieren que el estado se extienda hasta donde esté un solo guatemalteco. Hoy, la cruda realidad es una población entera aislada en EE. UU., y desprotegida, de cara a la amenaza de la más peligrosa persecución racial en tiempos recientes, y con una ausencia de política de un estado, que pretende que su público cambie idioma y asociaciones, para confiar en sus alejados comunicados.

Desde que asumió el cargo, el ministro reconoció que sus fortalezas eran otras, y no el tema migratorio. Pero ya casi tres años han pasado desde su nombramiento, y la promesa de un ministro de carrera enérgico y de armas tomar, se ha ido diluyendo en la desilusión por un funcionario que muestra haber aprendido el discurso, pero que con él pareciera pretender sustituir la función para la cual fue nombrado.

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