Juan José Narciso Chúa
Guatemala en un relativo corto período de tiempo ha sufrido remezones que otrora no habíamos vivido, ni siquiera pensado, pero el punto esencial del análisis es hacia dónde nos conducen estos movimientos oscilatorios que hoy nos mantienen con un espíritu de cambio, una esperanza de que las cosas no podrán seguir igual. Sin embargo, la ruta de la transformación, que, en este caso, aludo a un concepto que implica aquellos cambios de fondo tanto en la estructura económica, como política y aún más en lo social y cultural.
Y ese sentido, pretende enfocarse en la ruta de la transformación, una condición que se torna halagüeña, cuando no, idílica, pero estimo que la situación tiene las condiciones para cambiar, las señales muestran que sí se pueden apalancar cuestiones de cambio profundo, de sustancia, de contenido. No debemos ser engañados, otra vez, con artilugios cosméticos, con supuestas iniciativas que únicamente remueven la superficie sin llegar hasta el fango profundo del pantano.
Algunas de las transformaciones no pueden implementarse rápidamente, pero se debe empezar ahora, para que en un plazo mediano pudiéramos contar con resultados que proporcionen comodidad al ciudadano común, aquellas señales que sean bien vistas por los empresarios competitivos, no aquellos que han descansado en el Estado, muestras palpables a la comunidad internacional que la hoja de ruta, precisa una serie de cortes sincrónicos pero de cambio esencial, aunque al final la idea es transformar el país.
Hoy se demuestra por parte de algunos funcionarios que no se trata simplemente de “pasar el agua”, sino de dejar establecidas las bases para el cambio; que no se trata nada de más de amenazar y hacer un revuelo mediático, sino de acciones concretas que muestren carácter como lo que ha ocurrido con la SAT, únicamente basándose en su cuerpo legal, nada más. El Ministro de Gobernación también ha sido un baluarte de cómo se debe actuar como funcionario público, mostrando que en su gestión la corrupción no es el propósito, sino que se busca erradicarlo y enfrentar al crimen y la violencia por medio de acciones de inteligencia. La nueva Ministra de Salud es otro ejemplo, que apunta a mostrar resultados positivos en su gestión, su pasado de compromiso con el país y su perfil académico, así como su conocimiento del estado de la salud, condensan un excelente funcionario para el cambio.
Así podía señalar los casos del nuevo comisionado de COPREDEH, un funcionario con una vasta experiencia y conocimiento en materia de derechos humanos; el caso del Interventor de TCQ, también es positivo, una persona del derecho, pero que reconoce claramente la realidad del país. El nombramiento de la nueva Procuradora General de la Nación, es otro aporte que apunta a sembrar la ruta del cambio, con experiencia y conocimiento del Estado y la cosa pública. El caso también del Director del Centro Cultural es sumamente promisorio, así como el nombramiento del Ministro de Cultura, quien merece ser por mucho el Canciller, así puedo hablar de la Subsecretaria de Políticas en SEGEPLAN, y seguramente habrá algunos más.
Pero es imprescindible abrir al debate varios grandes aspectos que se han quedado marginados y sujetos a la decisión de las élites económicas, como son: una nueva configuración del Estado y sus instituciones; una nueva estructura presupuestaria; la discusión que implica la libre competencia como actitud, no necesariamente como ley; ni hablar de la discusión sobre la estructura tributaria y de la carga tributaria; las rutas de la competitividad como puertos, aeropuertos y carreteras.
Al final, la sociedad debe reconocer que nos falta mucho, pero que como ciudadanos debemos continua con nuestro papel de soberano, de pueblo y del que tiene poder de incidir sobre las decisiones y sobre los gobernantes. La transformación demanda un esfuerzo permanente, plural y diverso, no se puede quedar encerrado en las élites, sino ampliar la discusión y el debate, para que con mente abierta podamos caminar con fuerza y resistencia ese complicado pero trascendente camino de la transformación.