Por Nayo Solares R.
He dicho, y ratifico, que yo no metería las manos al fuego ni por mí mismo. Y eso porque la única excepción solo podría ser posible cuando convivimos, es decir, cuando estamos muy cerca de alguien y, además, mucho muy enterados de cada uno de sus pasos, de sus actuaciones y, especialmente, de sus intenciones. Solamente las madres apuestan hasta su vida por la inocencia de sus hijos… porque ellas siempre son y serán las últimas en conocer nuestras cabronadas. De esa cuenta, no puedo jurar que el diputado Crespo Villegas esté exento de las imputaciones que le hacen, porque nunca he trabajado ni a su lado ni cerca de él, ni lo frecuento en su oficina ni en su casa, pero… tampoco puedo asegurar, ni aceptar a priori, que sea culpable. Eso sería muy ruin de mi parte.
Desgraciadamente, la actitud de algunos pocos escuintlecos deja mucho que desear y nos pinta como un pueblo de gente proclive a la mezquindad y a la ingratitud. ¿Por qué lo digo? Porque hace algunos días, personas que se escudan en el anonimato y la cobardía fueron a colocar una manta vinílica en el Centro Cultural de Escuintla, el cual lleva precisamente el nombre del licenciado Arístides Crespo, a través de la que exigían “el fin a veinte años de impunidad”.
Para empezar, no es lo mismo inmunidad que impunidad. Mi amigo Arístides, por imperio de la ley, por mandato constitucional, ha gozado de in-mu-ni-dad durante más de veinte años. La impunidad es otra cosa: se concreta cuando queda sin castigo una falta o un delito. En este caso, es algo que está por ser probado. De modo que si resultare verdad que dicha manta fue colocada por estudiantes universitarios sancarlistas… ¡están jodidos!
Además, que yo recuerde, ese tipo de manifestaciones NUNCA se hizo notar en los más de veinte años citados. Durante su larga vida parlamentaria, Crespo Villegas jamás recibió una rechifla ni una muestra pública de rechazo. Excepto por las típicas y comprensibles rivalidades políticas de temporada, circunstanciales. Sin embargo, muchos de los que lo atacaban durante las campañas políticas, luego llegaban a congraciarse con él, y a pedirle favores. “Cosas veredes, amigo Sancho”.
Además, dentro de esos pocos escuintlecos a los que hoy aludo están los que llanamente quieren aprovecharse del momento, los sapos que siempre han estado bajo las piedras y que solo sacan la cara cuando llega el temporal. Eso es de cobardes. Y lo digo con entereza, porque desde mis primeros tanes como periodista, siempre he dado la cara y siempre he dicho las cosas respaldadas con mi firma, aun a expensas de mi seguridad personal. Es más, cuando ha sido necesario, le he dicho sus putadas a quienes están en las más altas cumbres del poder. Para esas alimañas, en cambio, ahora es muy cómodo salir a despotricar al amparo del ambiente turbulento que vive Guatemala. Para esa clase de gente, ahora es muy conveniente sumarse a ese “clamor popular” que no representa ni al uno por ciento de la población guatemalteca.
Típico de los que solo ven la paja en el ojo ajeno, es olvidar que a los amigos se les acepta como son, porque uno los elige. A la familia no la elegimos nosotros. Y ay de aquellos que crean que no pueden verse ellos o sus amigos o sus parientes, tarde o temprano, envueltos en un embrollo, justo o injusto. Como dicen que dijo “El Colocho”: El que esté libre de culpa que tire la primera piedra.
¿O es que se creen que no hemos contribuido, y en gran medida, a crear este clima del que hoy nos quejamos? Cuando le damos mordida a un policía, cuando le aceitamos la mano a un oficial de juzgado o a un juez, cuando le hacemos regalitos a la maestra para que promueva a un hijo, cuando engañamos a una patoja, cuando damos menos peso por libra, cuando especulamos con los precios, cuando ofrecemos plata por una plaza de trabajo, cuando damos dinero prestado con usura, cuando pagamos con un billete falso, cuando compramos medicina robada al IGSS, o cuando vendemos la que el sistema hospitalario estatal nos da… ¿Y cuándo vendemos el voto, qué?
Bueno, creo que al final de cuentas es la balanza la que le dará un veredicto a nuestras conciencias, pues debemos tomar en cuenta que Arístides Crespo ya ha pasado a la historia como el mejor diputado que jamás representó a Escuintla. Su desempeño en el Congreso incluye haber logrado para nuestro departamento una cantidad de obras públicas difícil de superar en muchos años.
A propósito, concluyo con esto: Lionel Messi ha sido declarado el mejor futbolista del mundo (¿Poca cosa, no?), pero para su mala fortuna falla un tiro de penalti en la final de la Copa América y ¿qué pasa?, pasa que entonces se convierte en el villano de la película. ¿Me entienden?