Después de haber evitado con métodos totalmente oscuros una interpelación del cuestionado diputado Luis Hernández, el Ministro de Salud Pública y Asistencia Social, Alfonso Cabrera, ha presentado su renuncia al puesto, misma que ya fue aceptada por el presidente Jimmy Morales.
Para nadie es un secreto que aquel «pacto» con el que tanto Cabrera como el ministro de Finanzas, Julio Héctor Estrada, anunciaron que en un mes se resolverían los problemas de proveeduría en la red hospitalaria, no fue más que una finta del momento para evitar que fuera llevado al pleno del desgastado Congreso el titular de la cartera.
Hay que recordar que Cabrera ha sido objeto de presión de los mismos diputados oficialistas, como sucedió con la representante Sara Patricia Sandoval y otros que lo citaban y le exigían algunos nombramientos o gestiones ministeriales.
Y lo que pasa es que a pesar de que Morales ha dicho que los logros en el área de salud han sido de lo mejor que tiene para mostrar en estos seis meses, la realidad es que las donaciones que los mismos proveedores del sistema le dieron no son suficientes para siquiera simular la solución de la crisis y se condena al funcionario a cargo del despacho a tener que pactar con esas empresas «altruistas» y con los poderes políticos que quieren seguir colocando sus alfiles dentro del sistema.
Creemos que lo mejor que puede pasar con el actual Ministro es su salida del cargo porque, teniendo las evidencias de que el sistema de salud se mueve con una tremenda influencia de hechos corruptos en la asignación de compras por contrato abierto, doble asterisco y demás, al empezar su gestión no denunció los métodos tan sucios con los que se ha hecho tradicionalmente la transa.
Necesitamos un ministro que con fuerza venga a denunciar a los proveedores y las prácticas con las que las mafias de Alejos y demás «negociantes de la salud» se han apropiado de los concursos para que, tras embadurnarle la mano a los presidentes de turno, sean los reyes y señores del mercado.
Pero también hace falta un ministro con fuerza para denunciar a los diputados chantajistas porque lo que Cabrera ha hecho es tolerarles cualquier presión y someterse a los pedidos y berrinches de los legisladores que, todos sabemos, solo se mueven con intereses muy específicos.
El tema de la salud en Guatemala es crítico y más que un médico necesitamos un excelente administrador que realice con calidad el gasto, eficiente en la inversión y priorice el trato de los ciudadanos. Ya no más títeres de proveedores y políticos.