Isabel Pinillos – Puente Norte
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La Convención Republicana dio inicio el pasado lunes, en Cleveland Ohio, finalizando una etapa de elecciones primarias, para anunciar oficialmente a su candidato presidencial y buscar la unidad entre un partido fragmentado de frente a las elecciones generales en noviembre. En un ambiente farandulero se proclamó –lo que un año atrás parecía una propuesta totalmente absurda– la nominación de Donald Trump, quien seguramente competirá contra la demócrata Hilary Clinton por la silla en la Oficina Oval durante el período del 2017 al 2020.

Lo de Trump es un monumento a la tendencia del electorado de buscar al “antipolítico” para dirigir el país más influyente del mundo. Preocupa que sus discursos xenofóbicos, racistas, pro armamentistas, misóginos y antiinmigrantes no logren disminuir su popularidad, sino que más bien están resonando entre un importante nicho de seguidores que se sienten atraídos por el mensaje de “retomar nuevamente el país”. Las encuestas a nivel nacional lo colocan codo a codo con Clinton. Contra todo pronóstico, cada vez se asienta la posibilidad de que pueda ser el próximo presidente, y si esta imagen le parecía aterradora, espere porque aún hay más.

En la convención también quedó confirmada la postulación del Senador de Indiana, Mike Pence, como su candidato vicepresidencial. Pero ¿Qué se sabe de esta figura que acompañará a Trump en la fórmula? y más aún, ¿cuáles serán los efectos de la dupla Trump-Pence en materia migratoria para Guatemala y la región?

Mike Pence, es un ultraconservador miembro del “Tea Party” y ha sido gobernador del Estado de Indiana y congresista federal por el mismo estado. Su visión, al igual que Trump, es totalmente antiinmigrante, y comparte la idea de sellar la frontera con México, y de construir un muro entre estos dos países. Ha liderado iniciativas como proponer el encarcelamiento para los deportados que regresen a EE. UU.; la ley HR 3722, que permite a los hospitales negar servicios de salud a personas indocumentadas. Pretende que las personas se autodeporten, así como dar fin a la ciudadanía por nacimiento de los menores nacidos en EE. UU. Se ha opuesto de manera ferviente a cada una de las leyes que puedan ofrecer algún tipo de alivio migratorio, tal como las acciones diferidas DACA y DAPA para menores no acompañados y sus padres. Dichas iniciativas del gobierno actual quedaron en un limbo legal por el no pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia, afectando alrededor de 5 millones de indocumentados.

El discurso antiinmigrante no es nuevo, pero ahora llora sangre y preocupa saber que la persona que lo asesora en asuntos exteriores y funge como su asistente personal, es un migrante guatemalteco de nombre Diego Morales, quien seguramente algún día estuvo en los zapatos de los que ahora amenazan las políticas que promueve. Cuando esto salió a luz en Guatemala, no faltaron ingenuos en proclamarlo como “orgullo nacional”, sin pensar que su objetivo último incluye la deportación definitiva de los connacionales que viven en ese país de manera irregular.

El nombramiento de Pence en el ticket con Trump afecta negativamente, no solo a nuestros migrantes, sino a nuestro país, al exacerbar el odio racial y una actitud cerrada para las negociaciones regionales con Centroamérica y Guatemala. Es innegable que las políticas radicales de Trump ponen en riesgo los proyectos de vida de millones de indocumentados y a sus familias, y ahora tiene a un vicepresidente que lo apoya en un ciento por ciento. En este sentido, Mike Pence, califica como el compañero de fórmula perfecto.

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