Estuardo Gamalero

«Cuanto mayor es el poder, más peligroso es el abuso» -Edmund Burke

Una manera infalible de llegar a conclusiones equivocadas, es partiendo de premisas falsas.  Una forma de justificar un cambio, es tergiversando los hechos que lo motivan.

Es inaudito o por lo menos impreciso, que en Guatemala se continúe insistiendo que “hubo” y “hay” secreto bancario. Y que la baja recaudación es consecuencia de que la SAT no puede acceder a la información financiera de los ciudadanos.

En Guatemala, la información bancaria siempre se ha podido acceder a través de una orden judicial. Más bien, centremos el debate en las causas por las cuales se recaudan pocos impuestos, todas por cierto con amplio fundamento: a) Hay corrupción; b) Un alto grado de economía informal; c) Contrabando; d) Legislación complicada y mecanismos difíciles de cumplir; e) Indicios de terrorismo fiscal; f) Se roban los impuestos; g) No hay cultura tributaria de pago.
¿Cuáles de las anteriores son correctas?
Si los mismos guatemaltecos no fuésemos autores y víctimas de las razones arriba mencionadas, los resultados del país y las evidencias serían diferentes.  Dicho en otras palabras, la raíz del problema no son los impuestos que ya existen, ni las tasas que los mismos tienen, ni el acceso a la información bancaria. En esos tres aspectos, Guatemala está por arriba del promedio mundial.  El problema es que la mayoría de personas no respetan las leyes y, por si fuera poco, lejos de atraer inversiones, nuestra abundante normativa, la inseguridad jurídica, la conflictividad y la burocracia del sistema, desmotivan a cualquier emprendedor.

En mi humilde opinión, el procedimiento de acceso a la información bancaria aprobado el día de ayer en el Congreso de la República, contiene un vicio que puede hacerle inconstitucional, y es que: sobre la base de una “Duda Razonable”, la autoridad tributaria pueda pedir a un juez competente, el acceso a información sensible y tutelada constitucionalmente e incluso a nivel de Derechos Humanos en el ámbito internacional.
Si no tenemos claro en que consiste la “duda razonable”, fácilmente podemos equivocar el camino y un interés legítimo puede convertirse en algo perverso y arbitrario. “Duda Razonable” es un término propio del derecho anglosajón en materia criminal.

La “Duda Razonable” se utiliza al amparo y como beneficio de la parte “imputada”, la cual debe defenderse de una acusación criminal. El principio de la “Duda Razonable” establece  que: “en caso exista una duda respecto de la culpabilidad o incriminación del acusado, el jurado y por consiguiente el Jurado/Juez, debe declararlo «no culpable».

Lamentablemente, el término “Duda Razonable” en el texto aprobado, se utiliza como una herramienta de la administración pública, para tener acceso a información sensible.  El problema de fondo, es que, si bien todas las personas podemos hacer lo que la ley no prohíbe, a contrario sensu, el Estado, sus instituciones y por consiguiente los funcionarios y empleados públicos, únicamente pueden actuar y proceder según les defina y les obligue la ley, nunca en virtud de una duda.

Haciendo a un lado dicha consideración, deseo felicitar a los 115 diputados que tuvieron la sabiduría y la valentía de defender en la aprobación de dicha ley, el respeto a la garantía de “Irretroactividad de la Ley” contenida en el artículo 15 de la Constitución.  En eso consiste el Estado de Derecho y el Debido Proceso, en que ninguna ley, procedimiento y autoridad, contradiga garantías constitucionales y legales.

Si el Estado quiere tener un pedazo más grande de la pizza que preparamos, cocinamos y servimos los trabajadores, empresarios y profesionales del país, es fundamental que haga dos cosas: I) que no permita que alguien (rico o pobre) evada o se robe parte de la Pizza (incluyendo el mismo Estado); y II) que haga sus mejores esfuerzos porque esa pizza crezca de mediana y se convierta en grande. Dicho en otras palabras, mientras el Producto Interno Bruto (PIB) de Guatemala sea tan pequeño y no crezca al ritmo que la población necesita, el futuro de mediano y largo plazo no cambiará, ni siquiera con la charada de subir impuestos.
Lo anterior no es un tema de ricos o pobres. Es sentido común para reconocer que si no hay un clima propicio para generar inversiones, no proliferan los empleos, no se genera consumo, no se fomenta el desarrollo y por consiguiente no se recaudan impuestos para cumplir con los fines del Estado. ¡Es un círculo vicioso!
La mejor manera para subir la recaudación de impuestos en forma sostenible, es por medio del crecimiento económico; un tema que parece se ha quedado en el olvido de los funcionarios y sus asesores nacionales e internacionales.
En las últimas dos semanas, he tenido la oportunidad de compartir con colegas y amistades de distintas profesiones y sectores.  Increíblemente, la preocupación por una advertencia coincide: “Se viene una Reforma Tributaria”: el Gobierno quiere más impuestos.  Reconozco que no conozco los detalles de la supuesta reforma fiscal.

Pero si algo tenemos claro, más que nunca todos los guatemaltecos, es que el problema no son «impuestos bajos», sino el desorden del gasto público combinado con corrupción, la mala ejecución presupuestaria y por supuesto la falta de seguridad y certeza jurídica a todo nivel.

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