Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Los guatemaltecos estamos acostumbrados a ver en las mismas cárceles los crímenes más horrendos (mutilaciones, decapitaciones, juegos de futbol con una cabeza, etc.), pero el asesinato de Byron Lima y 12 personas más ocurrido ayer está en «otras ligas» no solo por la forma (Lima tenía guardaespaldas y un perímetro de seguridad), sino porque el excapitán del Ejército era el «cuarto bate, novio de la madrina y capitán del equipo» de las cárceles y el operador de varios poderes fácticos de este país.

La semana pasada yo hablaba de cómo, esa cultura de la muerte, nos dice que aquí todo se resuelve a balazos y lo de ayer nos demuestra que el nuestro sigue siendo un país en el que reina la ilegalidad y se impone «la ley del más fuerte»; la vida es la vida sin importar si es un marero, un reo con poder o un potentado empresario y mientras en Guatemala reine la cultura de la muerte, no tenemos salida ni futuro.

Ahora nos debemos preguntar si tal y como pasó en el 2006 con la fallida toma de Pavón, los negocios solo cambiarán de manos y los vacíos de poder serán copados por otras estructuras que seguirán lucrando con el descontrol o si por el contrario, este punto de inflexión nos servirá para romper los negocios, los vicios y recuperar un sistema que ha sido Cooptado desde hace muchos años ante la mirada permisiva de las autoridades, pero en especial, ante la permisividad y la indiferencia generalizada de una sociedad que no le pone coco al problema.

Si la muerte de Lima solo fue la consecuencia de una disputa con Marvin Montiel alias «el Taquero» o de algo más elaborado que cobró la vida del primero con la participación de Montiel será algo que sabremos en los días venideros con las investigaciones que las autoridades deben estar realizando, pues es vital que se llegue al fondo del asunto.

Quienes piensen que con Lima fuera del mapa la cosas se componen están muy equivocados, porque para reformar el sistema penitenciario, como para reformar el Estado, nos hace falta muchísimo, especialmente una actitud social diferente, comprometida y propositiva que se plantee como única medida, entrarle de lleno y agarrar por los cuernos los grandes problemas del sistema.

En estos días ocurrirá lo de siempre, es decir, abundarán aquellos que con tal de mostrarse como «las personas más informadas» dirán y publicarán lo que se les venga en gana, pero habrá que ser muy cautelosos porque los enemigos del cambio que son los amigos del sistema, la corrupción y la impunidad, aprovecharán este y otros momentos de crisis y zozobra para asegurarse que nada cambie.

Lo de Lima hoy es notorio por el poder que tenía, pero las muertes en los centros carcelarios y el descontrol reinante en todo el sistema es algo que viene ocurriendo desde hace años aunque siempre controlado por las mafias reinantes; los que ahora se quejan del sistema penitenciario antes no decían nada entre otras cosas, porque Lima lo controlaba y era de ellos.

Lima era amo y señor de las cárceles, financista de campañas, dueño de varios políticos, jueces, al igual que otras personas, y eso nos tiene que hacer entender porqué es que en el país no se le entra a los grandes vicios, puesto que estos son manejados por poderosas manos.

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