Eugenio R. Fernández
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La semana pasada el Superintendente de Administración Tributaria, Juan Francisco Solórzano Foppa, aseguró que veía necesario elevar los impuestos, a partir de las necesidades del país. Esto me parece una opinión que, viniendo del Superintendente, es totalmente inapropiada.

Reconozco la labor de la SAT de perseguir la defraudación tributaria de varias empresas. Sin embargo, hay que recordar que hasta ahora, todos han sido casos penales viejos que simplemente no tuvieron voluntad de ser perseguidos por administraciones anteriores y el nuevo Superintendente, como buen exfiscal del MP, ha logrado hacerlo. ¡Enhorabuena!

Las necesidades del país están a ojos vistas, no se pueden negar. Pero tampoco podemos ignorar que el Estado de Guatemala no ha sido capaz de cumplir con sus obligaciones; no puede dar garantías mínimas a los contribuyentes de su capacidad ejecutora, ni de su honradez para administrar los impuestos que pagamos los guatemaltecos. Hay muchísimo que hacer antes de pedir que se paguen más impuestos. El Estado tiene que garantizar que nuestros impuestos se gastan eficiente y efectivamente. Es importante garantizar la eliminación de plazas fantasma, las compras sobrevaloradas sobre todo en medicinas, reducir significativamente desperdicios innecesarios como los 3 mil quetzales que un diputado gastó la semana pasada con nuestros impuestos en calcomanías que indicaba “Yo amo al Congreso de la República”, ¡Por favor!

Antes de subir impuestos Guatemala necesita una Ley de Servicio Civil que prohíba a familiares de funcionarios electos trabajar para el Estado; que se contrate por oposición y capacidad a los funcionarios; es indispensable reorganizar y redistribuir el gasto para apoyar lo urgente como el sector justicia, la salud y la desnutrición. Hay mucho que hacer para garantizar que nuestros impuestos lleguen a donde deben llegar antes de hablar de incrementar impuestos. En el 2005 se recaudó un total de 24 mil millones de quetzales y diez años después en plena crisis de 2015 se recaudó 52 mil millones, más del 100%. Eso sin contar los miles de millones con los que nos han endeudado. ¿Dónde está la plata? La propia Baldetti cuando era vicepresidenta afirmó que el Estado perdía 15 mil millones anuales en corrupción y la Comisión Nacional para la Prevención y Combate de la Defraudación Aduanera y el Contrabando (Conacon) estableció que el contrabando aduanero costaba 5 mil millones anuales a Guatemala.

Antes de pedir más impuestos, deseamos oír al Superintendente hablar de cómo se va a recuperar la confianza en la institución; cuál es su plan de depuración de la misma; cómo va ampliar la base tributaria; cómo van a combatir el contrabando; cómo van a crear una cultura tributaria, sobre qué hará el Superintendente para facilitar los servicios y simplificar los trámites de los contribuyentes. La mayor fuente de informalidad y defraudación vienen de un sistema inadecuado, difícil, tortuoso y el costo prohibitivo que conlleva la formalidad y burocracia en este país.

En Asprodeco estamos comprometidos a apoyar la institucionalidad y la modernización, pero también en exigirle a la SAT que nos trate como clientes a los contribuyentes. Licenciado Solórzano Foppa, con todo respeto esperamos muchísimo más de usted y de su administración. Creemos que dio buenos pasos nombrando intendentes aparentemente capaces, es hora de hacer propuestas para la SAT que vayan más allá de aumentar impuestos.

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