Javier Monterroso

Las últimas semanas han sido particularmente intensas y conflictivas en nuestro país, y no me refiero a una conflictividad positiva donde podría salir algo productivo, sino a enfrentamientos directos entre enemigos mortales.

El más fuerte es el que tienen los sectores afectados por los casos de corrupción contra la trinidad CICIG-MP-Embajada de Estados Unidos, pues como consecuencia del mismo se llevó a cabo una campaña pública contra la Fiscal General, que por cierto no es solamente una campaña de ataques infundados como sus partidarios han querido hacer ver, sino que tienen sustento en las declaraciones del testigo protegido Juan Carlos Monzón, las mismas que han dado el soporte principal a varios casos de la CICIG y eso la hace muy seria, tan seria que como resultado de esos ataques la Fiscal General salió del país por más de tres semanas, y aunque han buscado justificarlo por supuestos compromisos internacionales en el imaginario social se percibe que la Fiscal salió del país por supuestas amenazas de muerte o bien porque el ataque basado en las declaraciones de Monzón en verdad la afectó mucho.

Por otro lado la relación CICIG-CACIF si bien ya estaba afectada por la investigación contra los dueños de Aceros de Guatemala, se deterioró aún más con el Caso de Cooptación del Estado y terminó de arruinarse con la acusación contra el propietario del hotel Camino Real, la hostilidad entre el sector empresarial hacia la CICIG se demuestra con la actitud de rechazo que han tomado en relación a las reformas constitucionales impulsadas por CICIG-MP-PDH-OACNUDH, en donde públicamente la cámara del agro ha señalado a OACNUDH de injerencia en asuntos internos y además en las mesas de diálogo los representantes de algunas cámaras empresariales han reiterado que a su juicio no debe modificarse la Constitución. En un principio la oposición parecía tener como eje principal el tema del derecho indígena, pero las últimas semanas han demostrado que la oposición es a todo el proceso de reformas.

Además de estos dos conflictos centrales hay otras luchas en la periferia, por ejemplo entre algunos medios de comunicación o en las redes sociales en donde las supuestas cuentas de apoyo al Presidente se enfrentan con otras de populares internautas, e incluso en los sectores progresistas hay fuertes peleas y descalificaciones entre los que reivindican los logros de la plaza y sus críticos que consideran todo el proceso como una manipulación de la Embajada.

Finalmente en el Congreso, otro de los sectores afectados por las investigaciones, también se estén enfrentando a muerte entre bancadas antes aliadas e incluso dentro de los mismos partidos. No es de extrañar que los gringos, astutos como siempre, hayan bajado el perfil mediático para no seguir siendo víctimas de los fuertes ataques que ya habían comenzado contra el embajador. Los tambores de guerra suenan cada vez más fuertes.

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