Eduardo Blandón

Como la sociedad civil no tiene agenda, o si la tiene no se le conoce, los días transcurren al ritmo del contenido programático de las grandes instituciones: Congreso de la República, CACIF, CICIG, medios de comunicación social y crimen organizado, entre tantas otras.  O sea, vivimos el sueño de los grandes y como veletas somos llevados por el viento, víctimas de la tragedia por no asumir el compromiso de vivir como se debe.

No es casual, por ello, que la prensa escrita llene sus páginas de lo que ocurre en tribunales, siguiendo el Caso de los presuntos delitos cometidos tanto por el expresidente de la República, como por todos sus secuaces organizados en la famosa Línea.  Lo cual no está mal porque no es un tema baladí ni un hecho ordinario, la prensa debe informar y, a la vez, educar para que esos hechos no sucedan más y se ponga en evidencia los negocios ilícitos.

Lo que no está bien es que nos enfoquemos únicamente en uno o dos temas como si la vida se redujera a ello.  Hay problemas que no deben pasar desapercibidos so pena de que su olvido oculte la realidad trágica guatemalteca inmersa en complejidades de trascendencia: la pobreza, el desempleo, la violencia, la falta de educación, el tráfico humano, la atención hospitalaria… entre tantos otros problemas de calibre.

Puede que nuestro problema de atención, enfocándonos únicamente en los casos de la CICIG, por ejemplo, que, insisto son importantes y fundamentales, sea aprovechado por nuevas redes organizadas, delincuentes o cualquier camarilla de amigos, siempre dispuestos al beneficio propio.  Ojo, no nos distraigamos y estemos alertos para no sucumbir por “déficit de atención”.

En esto podemos poner nuestro grano de arena proponiendo agendas de trabajo conjunto y estableciendo redes en las que coincidamos.  No debemos bailar la danza establecida por otros, nosotros también podemos proponer la música y negociar el tipo de ceremonia que nos plazca.  Renunciemos a la pasividad e inventemos el mundo que queremos compartir con hijos y amigos.

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