Fernando Mollinedo C.

Llevamos un año y dos meses del destape de esa reposadera inmunda que los grupos políticos manejan con el objetivo de ser electos para administrar las diferentes entidades del Estado, y hacer negocios a costa del pueblo. Ese destape trajo consigo el conocimiento real de los supuestos valores humanos con que fueron formadas estas personas.

Funcionarios, empleados, comerciantes, constructores, alcaldes, diputados, supuestos maestros, sindicalistas, profesionales vergonzantes, religiosos, amas de casa, banqueros, todos con la característica de ser unos delincuentes vulgares con más o menos formación cultural y educativa.

En la población de todos los estratos económicos-sociales se genera una angustia difusa generalizada y la pregunta que se hacen es: ¿cuál será el desenlace de esta crisis? pues generó el nacimiento de contradicciones entre la sociedad que se atreve a tener conciencia de su poder y un Estado que navega con fórmulas políticas de hace treinta años: caducas, obsoletas e ineficaces, que no puede augurar buenos resultados sociales.

Surgió también una tensión peligrosa para la trayectoria del actual equipo gobernante, pues hay una parálisis de la voluntad política que aumenta la percepción de la corrupción e impunidad, la irritación aumenta cada día y no disminuye porque la guerra de medios sigue difundiendo las mismas mentiras con los mismos mecanismos, echándose unos a otros baldonadas de suampo.

El deterioro económico es irreversible para la mayoría de la población; la pacificación del país se convirtió en ilusión, pues día a día el país experimenta nuevos golpes de los diferentes tipos de delincuencia organizada: (los cárteles), común (robos, asaltos, violaciones sexuales, robo de bienes inmuebles, estafas,) y gubernamental (nombramientos nepóticos e ilegales, compras, usufructos, alquileres, concesiones y adquisiciones fraudulentas, fideicomisos oscuros, inmorales e ilegales) sin que haya autoridad alguna que haga valer la protección jurídica necesaria. Se desmorona Guatemala, desde un asalto común hasta el depredamiento del Estado.

Las revelaciones de hurtos, robos, apropiaciones indebidas, cohechos pasivos y activos, defraudación fiscal, desvío de fondos, son cada vez mayores, pues no existe ni siquiera un intento formal para controlar el enriquecimiento ilícito de los políticos y sus conflictos de intereses (Contraloría de… Procuraduría de… ¿de qué? ¡de nada!) ESO es lo que aumenta su impopularidad. Mientras todo esto sucede frente a nuestra nariz, ellos juegan con nosotros a que la «indignación» se diluya con el paso del tiempo. Las marchas y bloqueos de maestros, servicios de salud, campesinos para llamar la atención y solución de los problemas de las autoridades, SON VANOS ¿Entonces qué?

Esperemos que la incapacidad de utilizar la política para resolver los conflictos no lleve en un corto plazo a un enfrentamiento radical indeseado por la población misma. Es imposible que todo lo que está sucediendo no provoque un sentimiento de rabia colectiva sin efectos políticos. LAS MARCHAS Y BLOQUEOS DEBEN SER EN DÍAS DE SEMANA LABORAL, DE LO CONTRARIO NO LOGRAREMOS NADA.

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