Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Esa fue la arrogante respuesta del señor Jonathan Harry Chévez cuando unos periodistas quisieron entrevistarlo a la entrada de los tribunales ayer por la mañana, agregando que el «sacrificio» de los detenidos en qué había ayudado a los periodistas, que si acaso les habían aumentado su sueldo por eso, o que si el país tenía mejores hospitales o había más inversiones.

Lo que ganamos los ciudadanos honestos es ver a los pícaros, al fin, respondiendo ante la justicia por los abusos que cometieron y que son la causa de que no haya mejores hospitales y de que la inversión que ha venido sea como la de TCQ, es decir, de piratas que vienen a saquearnos a sabiendas de que en este país toda concesión, todo arrendamiento, todo contrato, tiene un precio que se paga en sobornos y mordidas.

Ganamos con poderle decir a nuestros hijos y nietos que, al fin de años de denunciar la porquería en que se convirtió nuestro sistema por gente que compraba a los presidentes desde que eran candidatos muertos de hambre, se terminó adueñando de la riqueza del país y dejó hundida en la miseria a la mayoría de la población. Yo sinceramente había perdido la esperanza de ver antes de mi muerte un cambio importante en el país porque desde hace muchos años entendí la dimensión de nuestro mal. Sabía que no eran casos aislados de corrupción, sino un vicio del sistema apuntalado cada vez que se elegían gobernantes, diputados y especialmente los juzgadores que estaban llamados a ser la tapadera de la impunidad.

Para individuos como este sindicado de graves delitos todo se mide por cuánto gana o cuánto le toca de la repartición del pastel. Pero hay otros, no muchos desgraciadamente, pero los suficientes como para tener esperanza, que no andamos midiendo el resultado por esos parámetros, sino por el precedente que se sienta y porque, a partir de lo que ha hecho la CICIG y el Ministerio Público, cualquiera que quiera cooptar al Estado, asociarse ilícitamente para lavar dinero o enriquecerse, tendrá que pensarlo dos veces antes de meterse a babosadas.

Ganamos porque hizo falta que cayeran ladrones de cuello blanco para que la gente se diera cuenta de los eternos vicios del sistema de justicia y del sistema carcelario, denunciados por años, pero a los que nadie ponía atención porque ni la justicia ni las cárceles afectaban en lo más mínimo la vida de alguien importante en el país.

Ahora se habla del debido proceso y de la presunción de inocencia, cuando antes esas garantías fundamentales eran obviadas al conformar los escuadrones de la muerte para limpieza social.

Se discute ahora sobre la prisión preventiva, tema que nunca fue importante cuando los presos eran «esos delincuentes» por quienes nadie clamó ni habló. Pero no se dice que sí con prisión preventiva los que pueden eternizan los casos con interminables y frívolos recursos, cuánto duraría un juicio con cada quien en su casa. Que lo digan los banqueros de Bancafé y Banco de Comercio que han torpedeado el proceso en su contra una y otra vez.

Sí que hemos ganado, aunque ese tipo no lo pueda entender en medio de su corrupto cerebro.

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